DICCIONARIO MÉDICO

Balistocardiografía

¿Qué es la balistocardiografía?

La balistocardiografía es una técnica diagnóstica no invasiva que se utiliza para medir los movimientos mecánicos del corazón y la circulación sanguínea a través del registro de las pequeñas oscilaciones del cuerpo causadas por el flujo de sangre eyectado con cada latido del corazón. Esta técnica se basa en el principio de que cada vez que el corazón bombea sangre, genera fuerzas reactivas que pueden ser detectadas y registradas como desplazamientos en el cuerpo. Estas oscilaciones son extremadamente sutiles, pero pueden ser capturadas y analizadas mediante dispositivos específicos conocidos como balistocardiogramas.

La historia de la balistocardiografía se remonta al siglo XIX, pero fue en el siglo XX cuando esta técnica se desarrolló y perfeccionó, especialmente gracias al trabajo de investigadores como Isaac Starr. Starr y sus colegas demostraron que las oscilaciones del cuerpo registradas podían correlacionarse con las fases del ciclo cardíaco y proporcionar información valiosa sobre la función cardiovascular. Aunque la balistocardiografía no es tan comúnmente utilizada en la práctica clínica moderna como otras técnicas de imagen cardíaca, sigue siendo un área de interés en la investigación cardiovascular debido a su capacidad para proporcionar información sobre la función cardíaca sin necesidad de procedimientos invasivos.

El balistocardiograma (BCG) se obtiene utilizando un dispositivo que generalmente consiste en una plataforma sensible o una cama equipada con sensores de alta precisión. El paciente se acuesta o se sienta sobre el dispositivo, y los sensores detectan los movimientos sutiles del cuerpo que ocurren con cada latido del corazón. Estos movimientos son luego amplificados y registrados como una serie de ondas en un gráfico. Las diferentes ondas y picos en el BCG corresponden a diferentes eventos en el ciclo cardíaco, como la contracción ventricular, la eyección de sangre y la relajación ventricular.

El análisis de un balistocardiograma implica la interpretación de estas ondas y la correlación de sus características con parámetros hemodinámicos específicos. Por ejemplo, la amplitud y la forma de las ondas pueden proporcionar información sobre el volumen sistólico (la cantidad de sangre eyectada por el corazón en cada latido), el gasto cardíaco (la cantidad total de sangre bombeada por el corazón por minuto) y la resistencia vascular periférica. Además, las alteraciones en la morfología de las ondas pueden indicar la presencia de enfermedades cardíacas como insuficiencia cardíaca, cardiomiopatías, o enfermedades valvulares.

La balistocardiografía ofrece varias ventajas potenciales en comparación con otras técnicas de evaluación cardiovascular. En primer lugar, es una técnica no invasiva, lo que significa que no requiere la inserción de catéteres ni la exposición a radiación ionizante. Esto la hace segura y cómoda para los pacientes, y permite su uso repetido sin riesgo de daño. En segundo lugar, la balistocardiografía puede realizarse en cualquier entorno, incluidas las consultas externas, sin necesidad de equipamiento especializado costoso. Además, al proporcionar una medida directa de las fuerzas mecánicas generadas por el corazón, el BCG puede ofrecer una visión única de la función cardíaca que complementa la información obtenida mediante otras técnicas de imagen y monitoreo.

Sin embargo, la balistocardiografía también presenta desafíos y limitaciones. La interpretación de los balistocardiogramas puede ser compleja y requiere un conocimiento detallado de la fisiología cardiovascular y de la dinámica de fluidos. Además, los registros BCG pueden estar sujetos a artefactos causados por movimientos voluntarios o involuntarios del paciente, lo que puede complicar el análisis. Por estas razones, la balistocardiografía no ha reemplazado a otras técnicas de monitoreo cardíaco en la práctica clínica rutinaria, como el electrocardiograma (ECG) o la ecocardiografía. No obstante, sigue siendo una herramienta valiosa en la investigación y en la evaluación de la función cardíaca en contextos específicos.

En los últimos años, ha habido un resurgimiento del interés en la balistocardiografía, impulsado en parte por los avances en la tecnología de sensores y en el procesamiento de señales. Los modernos sensores de alta precisión y las técnicas de análisis de datos permiten obtener registros BCG más precisos y confiables, y facilitan la interpretación de los resultados. Estos avances han llevado al desarrollo de dispositivos portátiles y vestibles que pueden realizar monitoreo continuo de la función cardíaca en pacientes ambulatorios, abriendo nuevas posibilidades para la telemedicina y la gestión remota de enfermedades cardiovasculares.

Además, la balistocardiografía tiene aplicaciones potenciales en la monitorización de la salud cardiovascular en poblaciones especiales, como los astronautas en misiones espaciales. En el espacio, los cambios en la gravedad y otros factores pueden afectar la función cardiovascular, y el BCG ofrece una manera de monitorear estos cambios de manera no invasiva y sin necesidad de equipamiento voluminoso.

© Clínica Universidad de Navarra 2023

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