DICCIONARIO MÉDICO
Benignidad
La benignidad en el contexto médico se refiere a la naturaleza no cancerosa de una condición o tumor. Un tumor benigno es una masa de células que crece de manera controlada y no invade los tejidos circundantes ni se disemina a otras partes del cuerpo. A diferencia de los tumores malignos, que son cancerosos y pueden ser potencialmente mortales, los tumores benignos generalmente tienen un mejor pronóstico y pueden ser tratados con éxito mediante intervenciones médicas o quirúrgicas. La principal característica de un tumor benigno es su capacidad de crecer localmente sin invadir otros tejidos. Esto se debe a que las células benignas tienen una tasa de crecimiento más lenta y mantienen sus límites definidos. Estas células también se asemejan más a las células normales en términos de estructura y función, lo que contribuye a su comportamiento menos agresivo. Los tumores benignos pueden desarrollarse en casi cualquier parte del cuerpo y pueden ser de diferentes tipos, dependiendo del tejido de origen. Algunos ejemplos comunes incluyen: Aunque los tumores benignos no son cancerosos, pueden causar problemas significativos si crecen lo suficiente como para presionar estructuras vitales o interferir con la función normal de los órganos. Por ejemplo, un meningioma benigno (un tipo de tumor cerebral) puede causar síntomas neurológicos graves debido a su ubicación y el efecto de masa en el cerebro. Del mismo modo, los fibromas uterinos grandes pueden causar dolor, sangrado menstrual abundante y problemas reproductivos. El diagnóstico de un tumor benigno generalmente implica una combinación de técnicas de imagen, como la ecografía, la tomografía computarizada (TC) o la resonancia magnética (RM), así como la biopsia del tejido afectado para el examen histopatológico. El examen microscópico del tejido permite a los patólogos distinguir entre células benignas y malignas y confirmar el tipo de tumor. El tratamiento de los tumores benignos depende de su tamaño, ubicación y los síntomas que causan. En muchos casos, los tumores benignos pequeños que no causan síntomas significativos pueden ser monitoreados con vigilancia activa sin necesidad de tratamiento inmediato. Sin embargo, si un tumor benigno está causando síntomas o tiene el potencial de crecer y causar problemas, se puede recomendar la extirpación quirúrgica. La cirugía para eliminar un tumor benigno suele tener un buen pronóstico y un bajo riesgo de recurrencia. En algunos casos, otras modalidades de tratamiento pueden ser necesarias. Por ejemplo, los fibromas uterinos grandes o sintomáticos pueden tratarse con técnicas mínimamente invasivas como la embolización de la arteria uterina, que reduce el suministro de sangre al fibroma, provocando su disminución. La terapia hormonal también puede ser útil en ciertos tipos de tumores benignos sensibles a las hormonas. Es importante destacar que, aunque la mayoría de los tumores benignos tienen un comportamiento indolente, algunos pueden tener el potencial de transformarse en malignos con el tiempo. Este proceso, conocido como malignización, es raro pero puede ocurrir en ciertos tipos de tumores benignos, como los adenomas de colon, que pueden transformarse en adenocarcinomas si no se tratan. La diferenciación entre tumores benignos y malignos es crucial para determinar el tratamiento adecuado y el pronóstico del paciente. Los tumores malignos, o cánceres, se caracterizan por su capacidad para invadir tejidos circundantes, diseminarse a otras partes del cuerpo (metástasis) y crecer de manera incontrolada. Estas características hacen que los cánceres sean mucho más difíciles de tratar y conlleven un peor pronóstico en comparación con los tumores benignos. © Clínica Universidad de Navarra 2023¿Qué significa benignidad?
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