DICCIONARIO MÉDICO

Biguanida

¿Qué es una biguanida?

Las biguanidas son una clase de compuestos orgánicos que contienen el grupo funcional biguanida, y se han utilizado ampliamente en el campo de la medicina, especialmente en el tratamiento de la diabetes mellitus tipo 2. La metformina, uno de los fármacos más conocidos y utilizados de esta clase, ha sido fundamental en el manejo de esta enfermedad debido a su eficacia, seguridad y perfil de efectos secundarios relativamente benignos. Además de la metformina, existen otras biguanidas que han sido utilizadas en la práctica médica, aunque su uso ha disminuido con el tiempo debido a la aparición de alternativas más seguras.

La metformina, que se comercializa bajo varias marcas como Glucophage, es el principal representante de las biguanidas y ha sido el pilar del tratamiento de la diabetes tipo 2 durante décadas. Este fármaco actúa principalmente disminuyendo la producción hepática de glucosa, aumentando la sensibilidad a la insulina en los tejidos periféricos y mejorando la captación y utilización de glucosa por las células. Estos mecanismos combinados resultan en una reducción efectiva de los niveles de glucosa en sangre, lo que ayuda a controlar la hiperglucemia característica de la diabetes tipo 2.

El uso de metformina se asocia con varios beneficios clínicos importantes, incluyendo la reducción del riesgo de complicaciones cardiovasculares, la pérdida de peso o la prevención del aumento de peso y la mejora del perfil lipídico. Estos efectos beneficiosos hacen de la metformina una opción terapéutica preferida no solo para el control glucémico, sino también para la gestión integral de los riesgos asociados con la diabetes tipo 2.

Además de su acción principal sobre la producción hepática de glucosa, la metformina también ha demostrado tener efectos beneficiosos sobre el metabolismo de los lípidos y la función endotelial, lo que contribuye a su capacidad para reducir el riesgo de enfermedades cardiovasculares. La metformina mejora la función endotelial al aumentar la biodisponibilidad del óxido nítrico, un vasodilatador importante, y al reducir el estrés oxidativo y la inflamación vascular.

El perfil de seguridad de la metformina es otro de sus puntos fuertes. A diferencia de algunos otros fármacos antidiabéticos, la metformina no causa hipoglucemia significativa cuando se usa como monoterapia, ya que no aumenta la secreción de insulina. Sin embargo, uno de los efectos secundarios más comunes de la metformina es la intolerancia gastrointestinal, que puede incluir síntomas como náuseas, vómitos, diarrea y malestar abdominal. Estos efectos suelen ser transitorios y pueden minimizarse comenzando con dosis bajas y aumentando gradualmente la dosis.

Otro efecto secundario potencialmente grave, aunque raro, es la acidosis láctica, una condición en la que se acumula ácido láctico en el cuerpo, lo que puede ser peligroso. El riesgo de acidosis láctica es mayor en personas con insuficiencia renal grave, insuficiencia cardíaca congestiva, enfermedad hepática y otras condiciones que predispongan a la hipoxia tisular. Por esta razón, la función renal debe ser evaluada antes de iniciar el tratamiento con metformina y periódicamente durante su uso.

A lo largo de los años, la investigación sobre la metformina ha revelado una serie de efectos pleiotrópicos que van más allá del control glucémico. Estudios recientes han sugerido que la metformina podría tener un papel en la prevención del cáncer, la mejora de la longevidad y el tratamiento de enfermedades neurodegenerativas. En particular, se ha observado que la metformina puede inhibir el crecimiento de células cancerosas y reducir el riesgo de varios tipos de cáncer, incluyendo cáncer de mama, cáncer de colon y cáncer de próstata. Estos efectos anticancerígenos se cree que están relacionados con la capacidad de la metformina para activar la proteína quinasa activada por AMP (AMPK), una enzima que regula el metabolismo celular y la proliferación celular.

Además, la metformina ha mostrado efectos prometedores en estudios de longevidad en modelos animales. Se ha observado que la metformina puede extender la vida útil de ciertos organismos, posiblemente a través de sus efectos sobre la señalización de la insulina y la activación de AMPK, que están implicados en la regulación del envejecimiento y la resistencia al estrés oxidativo. Estos hallazgos han llevado a la realización de ensayos clínicos en humanos para investigar el potencial de la metformina como un fármaco antienvejecimiento.

En el contexto de las enfermedades neurodegenerativas, la metformina ha sido objeto de estudios por su potencial para mejorar la función cognitiva y reducir el riesgo de enfermedades como el Alzheimer y el Parkinson. Se ha sugerido que los efectos neuroprotectores de la metformina pueden estar relacionados con su capacidad para mejorar la sensibilidad a la insulina en el cerebro, reducir la inflamación y el estrés oxidativo, y promover la biogénesis mitocondrial.

Históricamente, otras biguanidas, como la fenformina y la buformina, también se utilizaron en el tratamiento de la diabetes tipo 2. Sin embargo, su uso ha disminuido considerablemente debido a un mayor riesgo de acidosis láctica en comparación con la metformina. La fenformina, en particular, fue retirada del mercado en muchos países debido a su asociación con un riesgo significativamente mayor de acidosis láctica. La buformina, aunque todavía está disponible en algunos países, se usa con menos frecuencia debido a preocupaciones similares sobre la seguridad.

© Clínica Universidad de Navarra 2023

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