DICCIONARIO MÉDICO

Bilis

¿Qué es la bilis?

La bilis es un líquido digestivo amarillo-verdoso producido por el hígado y almacenado en la vesícula biliar. Desempeña un papel crucial en la digestión y absorción de grasas, así como en la eliminación de desechos metabólicos del organismo. La bilis contiene principalmente agua, sales biliares, colesterol, bilirrubina, ácidos biliares, fosfolípidos y una variedad de electrolitos.

El proceso de formación de la bilis comienza en el hígado, donde los hepatocitos sintetizan y secretan este fluido. Las sales biliares, derivadas del colesterol, son componentes esenciales de la bilis que facilitan la emulsificación y absorción de grasas en el intestino delgado. La bilirrubina, otro componente importante, es un producto de desecho del metabolismo de la hemoglobina y se excreta en la bilis.

Una vez producida en el hígado, la bilis fluye a través de los canalículos biliares, los cuales convergen en los conductos biliares intrahepáticos. Estos conductos se unen para formar el conducto hepático común, que se conecta con el conducto cístico proveniente de la vesícula biliar, formando así el conducto colédoco. La bilis puede ser almacenada en la vesícula biliar entre las comidas o ser secretada directamente al duodeno a través del conducto colédoco durante la digestión.

La vesícula biliar es un pequeño órgano en forma de pera ubicado debajo del hígado. Su función principal es almacenar y concentrar la bilis producida por el hígado. Cuando los alimentos, especialmente las grasas, entran en el duodeno, una hormona llamada colecistoquinina es liberada, estimulando la contracción de la vesícula biliar y la liberación de bilis concentrada hacia el duodeno. En el duodeno, las sales biliares emulsionan las grasas, facilitando su digestión y absorción por las células intestinales.

La bilis también tiene un papel en la eliminación de desechos metabólicos. La bilirrubina, derivada de la degradación de los glóbulos rojos, es conjugada en el hígado y excretada en la bilis. En el intestino, la bilirrubina conjugada es metabolizada por las bacterias intestinales en urobilinógeno. Parte del urobilinógeno es reabsorbido y regresado al hígado, mientras que el resto es oxidado a estercobilina y excretado en las heces, dando su color característico. Una pequeña cantidad de urobilinógeno se excreta en la orina como urobilina.

Diversas patologías pueden afectar la producción, almacenamiento y excreción de la bilis, llevando a una serie de trastornos hepáticos y biliares. Entre las más comunes se encuentran:

  • Colelitiasis: La formación de cálculos biliares en la vesícula biliar es una de las afecciones biliares más comunes. Estos cálculos pueden ser de colesterol, pigmentarios o mixtos. La colelitiasis puede ser asintomática o causar síntomas como dolor abdominal, náuseas y vómitos. Las complicaciones incluyen colecistitis, colangitis y pancreatitis aguda.
  • Colecistitis: Es la inflamación de la vesícula biliar, generalmente causada por la obstrucción del conducto cístico por un cálculo biliar. Los síntomas incluyen dolor en el cuadrante superior derecho del abdomen, fiebre y leucocitosis. El tratamiento puede incluir antibióticos y colecistectomía.
  • Colangitis: La inflamación de los conductos biliares, a menudo debido a una infección bacteriana secundaria a una obstrucción biliar. Los síntomas clásicos incluyen fiebre, ictericia y dolor abdominal. El manejo incluye antibióticos y, en algunos casos, la descompresión biliar mediante procedimientos endoscópicos o quirúrgicos.
  • Ictericia obstructiva: Esta condición ocurre cuando hay una obstrucción en el flujo de bilis desde el hígado hasta el intestino delgado, lo que provoca una acumulación de bilirrubina en la sangre. Las causas pueden incluir cálculos biliares, tumores y estenosis biliares. El tratamiento depende de la causa subyacente e incluye intervenciones endoscópicas, quirúrgicas o radiológicas.
  • Cirrosis biliar primaria: Es una enfermedad autoinmune crónica que afecta los conductos biliares intrahepáticos, causando colestasis progresiva, fibrosis y, eventualmente, cirrosis hepática. Los síntomas incluyen fatiga, prurito, ictericia y hepatomegalia. El tratamiento incluye medicamentos como el ácido ursodesoxicólico y, en casos avanzados, trasplante hepático.
  • Colangiocarcinoma: Es un cáncer que se origina en los conductos biliares. Los factores de riesgo incluyen la colangitis esclerosante primaria, la infección crónica por ciertos parásitos hepáticos y las anomalías congénitas del sistema biliar. Los síntomas incluyen ictericia, pérdida de peso y dolor abdominal. El tratamiento puede incluir cirugía, quimioterapia y radioterapia.
  • Atresia biliar: Una enfermedad congénita que afecta a los recién nacidos, caracterizada por la obstrucción o ausencia de conductos biliares extrahepáticos. Sin tratamiento, puede llevar a insuficiencia hepática. La intervención quirúrgica, llamada procedimiento de Kasai, puede mejorar el drenaje biliar y retrasar la necesidad de un trasplante hepático.
  • Disquinesia biliar: Un trastorno funcional del sistema biliar que afecta el movimiento de la bilis. Puede estar relacionado con una motilidad anormal de la vesícula biliar o del esfínter de Oddi. Los síntomas incluyen dolor abdominal crónico y dispepsia. El diagnóstico se realiza mediante pruebas de imagen y manometría, y el tratamiento puede incluir medicamentos o cirugía.

El diagnóstico de las enfermedades biliares a menudo implica una combinación de métodos, incluyendo análisis de sangre para evaluar las enzimas hepáticas y los niveles de bilirrubina, pruebas de imagen como la ecografía, tomografía computarizada (TC) y resonancia magnética (RM), y procedimientos endoscópicos como la colangiopancreatografía retrógrada endoscópica (CPRE).

El manejo de las enfermedades biliares varía según la condición específica y su gravedad. Los tratamientos pueden incluir cambios en la dieta, medicamentos para disolver cálculos biliares, antibióticos, procedimientos endoscópicos para eliminar obstrucciones y cirugía. En casos severos, como el cáncer de vesícula biliar o la colangitis esclerosante primaria, puede ser necesario un trasplante hepático.

Además de su función en la digestión de grasas, la bilis tiene propiedades antimicrobianas que ayudan a mantener el equilibrio de la flora intestinal y prevenir infecciones. La interrupción del flujo biliar, conocida como colestasis, puede llevar a una proliferación bacteriana anormal en el intestino y aumentar el riesgo de infecciones sistémicas.

© Clínica Universidad de Navarra 2023

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