DICCIONARIO MÉDICO

Receptor propioceptivo

¿Qué es un receptor propioceptivo?

Los receptores propioceptivos son estructuras especializadas localizadas en los músculos, tendones, articulaciones y el oído interno que proporcionan información sobre la posición y el movimiento del cuerpo en el espacio, permitiendo el mantenimiento del equilibrio y la coordinación de movimientos. Estos receptores son fundamentales para la propiocepción, un sentido que se encarga de detectar el estado de contracción de nuestros músculos y la posición de las partes del cuerpo entre sí y respecto al entorno.

La importancia de los receptores propioceptivos radica en su papel como informantes al sistema nervioso central sobre la posición y los cambios dinámicos que experimentan las extremidades y otras partes del cuerpo. Esta información es procesada por el cerebro y la médula espinal, lo que permite generar respuestas motoras adecuadas y ajustadas para mantener la postura y realizar movimientos precisos.

Existen diversos tipos de receptores propioceptivos, entre ellos los husos musculares, los órganos tendinosos de Golgi, los receptores articulares y los receptores cutáneos. Cada uno de estos receptores se encarga de una función específica y posee una estructura adaptada para la detección de estímulos particulares.

Los husos musculares son receptores fusiformes localizados en el tejido muscular que detectan el estiramiento del músculo y la velocidad del mismo. Esta información permite al sistema nervioso ajustar el tono muscular para diferentes tareas, como el mantenimiento de la postura o la ejecución de movimientos finos y coordinados.

Los órganos tendinosos de Golgi se encuentran en las uniones entre los músculos y los tendones, y su función es la de informar sobre la tensión que se ejerce sobre estos últimos. Esto es crucial para evitar daños por sobrecarga en los músculos y tendones, así como para ajustar la fuerza de agarre y manipulación de objetos.

Los receptores articulares, situados en las cápsulas articulares, los ligamentos y los discos intervertebrales, proporcionan información sobre la posición y el movimiento de las articulaciones. Este tipo de receptores es particularmente importante para actividades que requieren una gran precisión, como escribir o tocar un instrumento musical.

Por último, los receptores cutáneos no solo están implicados en la sensación táctil, sino que también contribuyen a la percepción propioceptiva a través de la información que proporcionan sobre la presión y la deformación de la piel durante el movimiento y el contacto con objetos externos.

La información procedente de los receptores propioceptivos es integrada por el sistema nervioso central para dar lugar a la percepción consciente de la posición de nuestro cuerpo y para la ejecución inconsciente de reflejos posturales. Además, esta información es esencial para el aprendizaje de nuevas habilidades motoras y para la adaptación a cambios en el entorno o en el propio cuerpo, como puede ocurrir tras una lesión.

© Clínica Universidad de Navarra 2023

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