DICCIONARIO MÉDICO

Tiroiditis aguda

¿Qué es la tiroiditis aguda?

La tiroiditis aguda, también conocida como tiroiditis supurativa o infecciosa, es una forma rara y potencialmente grave de inflamación de la glándula tiroides, un órgano endocrino ubicado en la parte anterior del cuello que produce y secreta hormonas tiroideas. Esta inflamación aguda es causada principalmente por infecciones bacterianas, aunque también puede ser resultado de infecciones fúngicas, parasitarias o virales en casos excepcionales. La tiroiditis aguda es una entidad clínica poco común debido a la rica vascularización, la alta concentración de yodo y la cápsula fibrosa que rodea la glándula tiroides, lo que proporciona cierta protección frente a las infecciones.

Los agentes infecciosos responsables de la tiroiditis aguda suelen ser bacterias piógenas, como Staphylococcus aureus, Streptococcus pyogenes y especies de bacterias anaerobias. Estos microorganismos pueden llegar a la glándula tiroides a través de la diseminación hematogena, por contigüidad desde estructuras anatómicas adyacentes infectadas, como faringitis o amigdalitis, o por rotura de un absceso cervical profundo.

La tiroiditis aguda se manifiesta clínicamente con síntomas como dolor agudo en el cuello, fiebre alta, escalofríos, malestar general y disfagia. El examen físico puede revelar una glándula tiroides aumentada de tamaño, caliente y dolorosa a la palpación. La función tiroidea puede ser normal o mostrar signos de hipertiroidismo o hipotiroidismo, dependiendo del grado de afectación del parénquima tiroideo.

El diagnóstico de la tiroiditis aguda se basa en la historia clínica, el examen físico, pruebas de laboratorio como hemograma completo, velocidad de sedimentación globular (VSG), proteína C reactiva (PCR) y cultivos de sangre. Las pruebas de función tiroidea pueden ser útiles para evaluar la función glandular. Los estudios de imagen, como la ecografía, la tomografía computarizada (TC) o la resonancia magnética (RM), pueden ser de gran ayuda en la identificación de abscesos y la extensión de la infección.

El tratamiento de la tiroiditis aguda incluye el uso de antibióticos de amplio espectro, inicialmente por vía intravenosa, seguido de terapia oral una vez que se haya observado mejoría clínica. El tratamiento antibiótico debe ajustarse según los resultados de los cultivos y las pruebas de sensibilidad. La administración de analgésicos y antiinflamatorios no esteroideos (AINE) puede ser útil para controlar el dolor y la inflamación. En casos de abscesos o complicaciones como la compresión de estructuras vitales, puede ser necesaria una intervención quirúrgica para drenar el absceso y desbridar el tejido necrótico. Si se desarrolla hipotiroidismo, podría ser necesario un tratamiento de reemplazo hormonal con levotiroxina.

© Clínica Universidad de Navarra 2023

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