Un análisis de sangre podría establecer el diagnóstico de un determinado tumor cerebral cuando la biopsia no es posible
El doctor Jaime Gállego, especialista en Neurooncología de la Clínica Universidad de Navarra, ha participado en un estudio que demuestra que una técnica no invasiva permite detectar en el plasma del paciente una mutación diagnóstica y predictiva de la malignidad de un glioma. La investigación demostró que el procedimiento utilizado para la detección de la mutación propia del glioma presenta una sensibilidad del 60%, lo que representa todavía una limitación, y una especificidad del 100% (no se produce ningún falso positivo).
31 de enero de 2013
Un análisis de plasma permite detectar la presencia de una mutación del gen IDH1, predictiva de la existencia de un glioma (tumor cerebral), así como de su grado de malignidad, en los casos en los que por su ubicación resulta imposible realizar una biopsia. Así se ha demostrado en un estudio en el que ha participado el especialista del Departamento de Neurología de la Clínica Universidad de Navarra. El principal objetivo del trabajo reside en poder establecer el diagnóstico certero de un glioma mediante un análisis de sangre. Las conclusiones de la investigación han sido publicadas recientemente en la revista científica Neurology, publicación oficial de la Academia Americana de Neurología.
Para la investigación, dirigida por el doctor Marc Sanson, especialista del Servicio de Neurología – Mazarin del Grupo Hospitalario Pitié-Salpêtrière de París, se extrajo y analizó el ADN libre plasmático de 31 individuos sin enfermedad y de 80 pacientes con glioma. En estos últimos se había comprobado previamente el estado de la mutación en el propio tejido tumoral.
La conclusión obtenida confirma la posibilidad de detectar la mutación del gen IDH1 en el plasma de pacientes con gliomas y, por ello, de establecer el diagnóstico de una forma no invasiva, “un aspecto muy valioso especialmente en aquellos pacientes en los que no es posible realizar una biopsia”, detalla el especialista de la Clínica. Además, recuerda que, “actualmente, el diagnostico de sospecha establecido por neuroimagen sólo puede confirmarse definitivamente mediante el estudio microscópico de una muestra del propio tejido tumoral, realizado por un patólogo. Para ello es necesario someter al paciente a una cirugía”.
Dado que la extirpación quirúrgica de la lesión supone además un primer e importante gesto terapéutico, en la práctica, la analítica de plasma estudiada facilitaría un diagnóstico y seguimiento no invasivo “en aquellos pacientes con tumores que por su inaccesible ubicación o porque presentan un estado general muy deteriorado no pueden someterse a una intervención quirúrgica”, señala el doctor Gállego. En estos casos, la posibilidad de un diagnóstico por medios no quirúrgicos permitiría, al menos, poder administrar a estos pacientes el tratamiento de radioterapia y quimioterapia necesario.
ADN tumoral en sangre
En la investigación, la hipótesis que manejaron los científicos se centra en la premisa de que las células tumorales liberan ADN tumoral a la circulación sanguínea. La causa de este fenómeno reside, seguramente, en la ruptura de células, en su destrucción, lo que provoca que su ADN se incorpore al torrente sanguíneo. Los científicos participantes en el estudio trabajaron con el conocimiento de la existencia de mutaciones -en el código genético de las células tumorales- muy específicas de determinados tumores, que pueden tener utilidad como marcadores diagnósticos y pronósticos. “En el caso de los gliomas, para encontrar un buen marcador no invasivo, la mutación ideal tendría que ser muy frecuente, específica (que su detección pudiese traducirse en la existencia de glioma), localizarse siempre en un sitio muy concreto para poder estudiarla siempre en ese lugar, y tener trascendencia diagnóstica y pronóstica”, advierte el neurooncólogo. Y en el glioma esta mutación existe. Se trata de la mutación del gen IDH1 que, según subraya el especialista, cumple las tres condiciones mencionadas.
“Es una mutación muy frecuente ya que afecta al 40% de todos los gliomas. Cabe señalar que los gliomas se clasifican en diferentes grados. En los llamados de bajo grado (evolución más lenta), la mutación en el gen IDH1 aparece entre un 75 y un 80% de los casos; en los grado 3 (más agresivos) está presente entre el 55 y el 60%, lo que quiere decir que sigue siendo frecuente”, asegura.
Sin embargo, en los de mayor grado de malignidad, los glioblastomas (grado 4) el porcentaje de presencia de la mutación se reduce al 5%.
Alta precisión diagnóstica y valor pronóstico
Desde el punto de vista diagnóstico, presentar esta mutación y tener una lesión cerebral implica que ese tumor es glial, es decir, que es altamente específica del glioma. “Se trata, así, de una mutación que si se detecta nos permite establecer el diagnóstico, ya que no hay otros tumores cerebrales, más que el glioma, que se asocien a esta mutación”, asegura. Además de su valor diagnóstico, esta mutación tiene un importante valor pronóstico, “su presencia se asocia a una evolución más favorable”.
Así, la mutación del gen IDH1 utilizada como biomarcador cumple las tres condiciones, que es muy frecuente en los gliomas, que se localiza siempre en el mismo lugar genómico y que tiene por tanto una implicación diagnóstica y pronóstica muy importante. “Detectarla significa que esa persona tiene con toda seguridad un glioma y que el pronóstico es relativamente mejor que si presentara ese tipo de tumor sin la mutación”, revela el especialista.
Reto: superar las limitaciones técnicas
No obstante, la técnica analizada presenta todavía limitaciones cuya solución es el principal reto de futuros estudios. La investigación demostró que el procedimiento utilizado para la detección de la mutación propia del glioma, presenta una sensibilidad del 60% y una especificidad del 100% (lo que significa que no se produce ningún falso positivo). “Es decir, -argumenta el facultativo-, cuando detectábamos la mutación en los pacientes con tumor cerebral, era porque realmente existía esa mutación, y por tanto no nos equivocábamos al decir que esos pacientes tenían un glioma”. Sin embargo, admite, “la sensibilidad de la técnica todavía es baja. Se sitúa en un 60%, es decir, que existen falsos negativos, o lo que es lo mismo, que en algún paciente que tiene la mutación no hemos llegado a detectarla”.
Esta es actualmente la mayor limitación de la técnica no invasiva empleada, el análisis de plasma. Por este motivo, el especialista tiene claro que el objetivo actual radica en “perfeccionar el procedimiento para que siempre que exista la mutación, seamos capaces de detectarla”. La mutación específica del glioma fue descubierta hace tan solo 5 años. “Este hallazgo supuso un hito en la neurooncología y con este trabajo hemos demostrado que esa mutación es detectable en sangre y que siempre que se detecta el paciente padece un glioma”, concluye el doctor Gállego.
Referencia del artículo: “Detection of IDH1 mutation in the plasma of patients with glioma”.
Blandine Boisselier, Jaime Gállego Pérez-Larraya, Marta Rossetto, et al. Neurology 2012;79;1693;
Published online before print October 3, 2012;
DOI 10.1212/WNL.0b013e31826e9b0a