Evitar la cardiotoxicidad en el tratamiento del cáncer de mama
Investigadores del Cima y de la Clínica Universidad de Navarra descubren un biomarcador capaz de predecir el daño cardíaco asociado a la quimioterapia empleada para tratar el tipo de cáncer más frecuente en mujeres. Este hallazgo ayudará a identificar a las pacientes con riesgo de sufrir toxicidad cardíaca y a prevenir el daño con terapias cardioprotectoras.
14 de octubre de 2022
En el tratamiento del cáncer se emplea una clase de fármacos quimioterápicos (las antraciclinas) que mejoran la supervivencia de los pacientes. Sin embargo, su uso está restringido debido a sus efectos cardiotóxicos. Estudios científicos demuestran que los supervivientes de cáncer tienen un riesgo ocho veces mayor de desarrollar una enfermedad cardiovascular que la población general. Este dato convierte a la toxicidad cardiovascular en una de las complicaciones más graves del tratamiento del cáncer.
Investigadores del Cima y de la Clínica Universidad de Navarra han descubierto un biomarcador capaz de predecir el daño cardíaco asociado al tratamiento con esta quimioterapia convencional en pacientes con cáncer de mama, el tipo de cáncer más frecuente entre las mujeres. Este hallazgo podría ayudar a identificar a las pacientes con riesgo de sufrir toxicidad cardíaca tras la quimioterapia y tratarlas previamente con terapias cardioprotectoras que puedan frenar el deterioro del corazón y la aparición de la cardiotoxicidad.
La revista científica Cancers publica este trabajo en el que también han participado investigadores del Hospital Universitario Germans Trias i Pujol de Barcelona, del Instituto de Investigación Sanitaria La Fe de Valencia y del Biobanco de la Universidad de Navarra.
Evitar el daño cardíaco en pacientes con cáncer
“El problema en los pacientes con cáncer es que la cardiotoxicidad se detecta cuando ya es demasiado tarde. El daño ya está hecho, lo que incrementa la probabilidad de que en un futuro desarrollen enfermedades cardiacas graves”, apunta Susana Ravassa, investigadora del Programa de Enfermedades Cardiovasculares del Cima Universidad de Navarra e investigadora principal del trabajo.
Hasta ahora los marcadores más utilizados para tratar de predecir si un paciente va a desarrollar cardiotoxicidad son los marcadores de imagen cardíaca (ecocardiografía), que detectan un mal funcionamiento del corazón, y biomarcadores en sangre que detectan daño en las células contráctiles de este órgano, pero la eficacia predictiva de estos métodos continúa siendo cuestionada. En este trabajo, los investigadores han utilizado un péptido derivado de la síntesis de colágeno (PICP) como biomarcador de otra lesión presente en la gran mayoría de las enfermedades cardiacas, la fibrosis, obteniendo resultados prometedores. En este trabajo, en el que han participado 157 pacientes con cáncer de mama, “hemos comprobado que la quimioterapia con antraciclinas aumentaba los niveles de PICP y que esa alteración se asociaba a un desarrollo futuro de cardiotoxicidad”, explica Ravassa.
“Este avance es especialmente relevante en el cáncer de mama, como el cáncer más prevalente en mujeres y, particularmente, en aquellas que se han colocado implantes mamarios, los cuales pueden dificultar la valoración cardiológica mediante ecocardiograma. En oncología es prioritario encontrar biomarcadores en sangre que predigan la toxicidad de las terapias sistémicas, para individualizar estas terapias a las características de cada paciente y de cada tumor, mejorar la calidad de vida y la seguridad de los tratamientos y así evitar complicaciones a medio y largo plazo”, apunta la Dra. Marta Santisteban, especialista del Departamento de Oncología Médica de la Clínica.
Este grupo de investigadores del Cima lleva años trabajando con este biomarcador de fibrosis, demostrando su utilidad clínica en pacientes con diversas cardiopatías. Los resultados de este estudio indican “que el uso de este biomarcador podría ayudarnos a estratificar a las pacientes en cuanto al riesgo de desarrollar cardiotoxicidad como consecuencia de las antraciclinas y a desarrollar ensayos clínicos que confirmen la eficacia de este biomarcador de fibrosis como factor predictivo del daño cardíaco. Esto nos permitirá ofrecer a las pacientes, en las primeras fases de la quimioterapia, terapias cardioprotectoras, preferiblemente con efectos antifibróticos, que puedan frenar el deterioro del corazón y la aparición de cardiotoxicidad”, concluye el Dr. Juan José Gavira, especialista del Departamento de Cardiología de Clínica e investigador de Cima.
La doctora Ravassa y varios de los investigadores del estudio forman parte del Centro de Investigación Biomédica en Red de Enfermedades Cardiovasculares (CIBERCV) y del Instituto de Investigación Sanitaria de Navarra (IdiSNA). Este trabajo forma parte de la tesis doctoral de la Dra. Ana de la Fuente, cardióloga de la Clínica Universidad de Navarra en su sede de Madrid y primera autora del artículo. El estudio ha contado con la financiación del Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades y del Instituto de Salud Carlos III, entre otras instituciones.