Por efecto del Covid-19, algunos tratamientos del cáncer dejarán de ser curativos para ser paliativos
Telemedicina, adaptación de protocolos y rediseño de circuitos, principales herramientas para adaptar la atención al paciente oncológico en pandemia según indican los codirectores del Departamento de Oncología de la Clínica
2 de febrero de 2021
“Un tumor que avanza sin tratamiento reduce la ventana de oportunidad, limita la finalidad del propio tratamiento, ya que puede pasar de ser curativo a paliativo, y afecta negativamente a la calidad de vida posterior del paciente”, destaca el Dr. Ignacio Gil Bazo, codirector del Departamento de Oncología Médica de la Clínica Universidad de Navarra en la sede de Pamplona.
A la luz de los últimos datos publicados a finales de diciembre por varias instituciones, como SEOM, SEOR o AECC, en el que se muestra un descenso del 21% en el diagnóstico de nuevos casos entre marzo y junio de 2020 por efecto de la pandemia, los co-directores de Oncología Médica de la Clínica Universidad de Navarra reflexionan, en el Día Mundial del Cáncer, sobre el impacto que conlleva este retraso en el diagnóstico en los pacientes con cáncer.
“Todo tumor nace en un órgano concreto de forma aislada y, si no se trata, va avanzando. No es lo mismo que el paciente comience con síntomas y busque ayuda en marzo a que lo haga tres meses después”, añade el Dr. Antonio González, codirector del Departamento en la sede de Madrid.
En plena tercera ola, ambos especialistas explican que habrá que esperar para conocer cuáles serán las consecuencias globales, después de un año marcado por la pandemia: “El descenso del 21% de nuevos diagnósticos está acotado a marzo-junio de 2020, necesitaremos nuevos estudios para saber cuál ha sido el impacto real, pero es razonable pensar que para cuando termine la tercera ola estaremos en torno al 30%”, explica el Dr. Gil Bazo.
“De marzo a junio, todo se paró. Pero en los siguientes meses, muchas personas seguían teniendo miedo y han evitado salir de sus casas y acudir a los hospitales. No solo en el caso de tener algún síntoma o cambio en el cuerpo, sino que han dejado de realizar los cribados de tumores tan prevalentes como el cáncer de mama, colon o pulmón. Y los efectos de ese retraso los conoceremos en el futuro”, indica.
Circuitos seguros, protocolos y telemedicina
Posponer el diagnóstico no influye solo en las tasas de curación de una enfermedad tan prevalente como el cáncer (cada año se diagnostican en España en torno a 275.000 nuevos casos y la incidencia continúa aumentado), sino también en aquellos pacientes que pese a no tener un tratamiento curativo sí pueden frenar o cronificar el desarrollo del tumor.
“Durante el confinamiento, muchos pacientes vinieron a la Clínica tras tener síntomas durante varias semanas y sin haber podido ni completar las pruebas diagnósticas ni comenzar el tratamiento. De esta manera, tuvimos que acelerar las pruebas y la obtención de los resultados y así poder recuperar el tiempo perdido”, apunta el Dr. Gil Bazo.
Ante a esta situación, se han tenido que adaptar los procesos para seguir atendiendo a los pacientes oncológicos que estaban en proceso de diagnóstico, tratamiento y seguimiento. “Hemos accedido a tecnologías como la telemedicina de forma acelerada y hemos diseñado circuitos y protocolos para proteger a los pacientes y seguir en la lucha contra el cáncer, a pesar del Covid”, señala el Dr. González.
Con el objetivo de proteger a los pacientes y a los profesionales, se han activado procesos para reducir las visitas al hospital y establecer circuitos seguros. Para ello, se aceleró la puesta en marcha de la telemedicina, con dos vertientes: consulta telefónica o videoconsulta, según los casos, para los pacientes, y sesiones clínicas multidisciplinares por videoconferencia. La atención en remoto permitió, además el establecimiento de turnos de teletrabajo, minimizando los riesgos y garantizando la continuidad asistencial, en el caso de que otros profesionales dieran positivo.
Con el paso del tiempo, el mayor conocimiento del comportamiento del virus y sus formas de transmisión permitió establecer dentro de los hospitales circuitos independientes que garantizan una atención segura a los pacientes no-Covid. La necesidad de mantener una distancia de seguridad ha llevado a reorganizar las agendas de consulta, ampliando los horarios y reduciendo el número de pacientes / hora.
Esto, además de las medidas de higiene de manos y uso de mascarillas, cribado en el acceso al hospital y la implantación de test masivos, generalizados en todo el hospital.
En este sentido, ambos especialistas animan a la población a que, ante cualquier síntoma nuevo, contacten con su médico para poder abordar la enfermedad cuanto antes. “Los oncólogos estamos preparados para seguir tratando a pacientes con cáncer”, destaca el Dr. González.
Investigación: crisis económica y polarización de los recursos
Las consecuencias de la pandemia no están afectando únicamente a la atención actual del cáncer, sino que el futuro de la oncología también puede verse comprometido. Los avances en los últimos años han cambiado la forma de diagnosticar, con más programas de detección precoz, y conseguido una mejora y desarrollo de nuevas modalidades de tratamiento con mayores opciones curativas y menor toxicidad.
“Un progreso en el que la investigación ha sido, y sigue siendo, una pieza imprescindible. No obstante, el confinamiento, la situación económica y los recursos destinados a la investigación sobre el Covid-19 ha repercutido en la labor investigadora de muchos centros”, destaca el Dr. Antonio González.
“Durante la primera ola, el confinamiento conllevó el cierre de los centros de investigación, donde hubo muchas dificultades para poder trabajar con normalidad. Además, en un momento determinado los recursos y las convocatorias de investigación competitivas se han centrado en el Covid-19, de manera que ha habido una merma en la disposición de recursos orientados a la investigación en cáncer u otras patologías que estaban aquí antes de coronavirus y que, cuando pase, seguirán estando”, apunta el Dr. Gil Bazo.
De esta forma, la pandemia ha puesto en serio peligro la innovación terapéutica en cáncer, por las limitaciones en los recursos y las dificultades extras en la puesta en marcha de nuevos programas de tratamiento. “En la Clínica, por ejemplo, en plena pandemia en el mes de abril, tuvimos que superar todos los retos derivados de la pandemia para poder abrir la Unidad de Protonterapia en la sede de Madrid y que los pacientes se pudiesen beneficiar de esta innovación terapéutica”, recuerda.
Asimismo, los ensayos clínicos también han visto reducidos e incluso cerrados los procesos de reclutamiento. Muchos hospitales no han tenido la posibilidad de seguir tratando a estos pacientes en la fase aguda ya que toda la asistencia, en cuanto personal y espacios físicos, se tuvieron que destinar al tratamiento de pacientes contagiados de SARS CoV-2.
“Sin embargo, pasada esta fase, todos los promotores, agencias reguladoras e investigadores hicimos un esfuerzo para adaptarnos a la situación que la investigación clínica no parara. Un ejemplo, en la Clínica se abrieron en el último año 60 ensayos, y en el año anterior 36. Hemos generado protocolos que hacen segura la investigación y monitorización”, afirma el Dr. González.