"Si uno sabe encajar el sufrimiento, está convirtiendo un fracaso en un éxito interior"
Fernando Sarráis, psiquiatra y psicólogo de la Clínica Universidad de Navarra y profesor de la Universidad de Navarra publica el libro "Análisis psicológico del hombre" (Colección Astrolabio Salud, EUNSA)
21 de marzo de 2012
Dice el psiquiatra Fernando Sarráis que el día que descubrió el submarinismo dejó de ir a la playa. En realidad, esto es una metáfora de su pasión por la psiquiatría y la psicología, de su trato diario con pacientes y de parte del contenido que recoge su nuevo libro, "Análisis psicológico del hombre". Mundo exterior frente a mundo interior.
Para Sarráis vivimos en una sociedad hipertrofiada con el culto a la imagen, pero atrofiada en su interés por la persona interior, por las raíces, que es donde -asegura- se encuentra el factor principal de la felicidad.
Nacido en Mérida en 1958, Fernando Sarráis es doctor en Medicina y Cirugía, licenciado en Psicología y especialista en Psiquiatría de la Clínica Universidad de Navarra, además de profesor de Psicopatología de la Educación y Psicología Social en el campus pamplonés. Su "Análisis psicológico del hombre" constituye todo un manual de submarinismo.
Un título ambicioso para un tema complejo, nada menos que un "Análisis psicológico del hombre". En un ejercicio de síntesis, ¿qué recoge este libro?
Viene a ser la imagen especular de algo tan tradicional en la psicología como es el psicoanálisis, que no sólo es un método de conocimiento en profundidad de las personas a través de muchas entrevistas, sino también una terapia. Este libro no es para enseñar a hacer terapia aunque se muestran muchas causas de los problemas psicológicos, y, por tanto, tratar esos problemas sería curar y prevenir esos problemas.
El libro habla de una manera de conocer en profundidad la psicología humana enferma y sana. Con este libro me interesa sensibilizar al lector para que se dé cuenta de que tenemos una persona dentro de nosotros, que a veces es muy desconocida.
¿Así que es habitual que el ser humano no tenga el gusto de conocerse?
Es muy frecuente encontrarse con personas que no tienen introspección, "insight", y, en nuestro vocabulario, decimos que padecen alexitimia, es decir, son incapaces de leer su estado de ánimo. Porque no están acostumbrados a preguntarse cómo se sienten y por qué se sienten así. Conocer en profundidad algo es conocerlo por sus causas.
Yo digo que las personas son como las alcachofas o como las cebollas, pues tenemos muchas capas: la conducta y apariencia externa, las ideas, los sentimientos... Pero más profundamente está el núcleo, el cogollo, la raíz profunda de nuestro modo de pensar, de sentir, de imaginar, de percibir, de recordar y de comportarnos.
Si uno quiere conocerse a sí mismo, tiene que conocer sus raíces profundas. Conociéndose a sí mismo puede estar en mejores condiciones de conocer a los demás, y puede ayudarse a sí mismo y a los demás.
Y este libro viaja al interior
Sí. El libro trata de ayudar en ese viaje a las profundidades de la psicología humana. Trata de enseñar a escuchar lo que dicen las personas, a observar lo que hacen, con una actitud interrogativa que supone estar preguntándose siempre por el porqué. El porqué es la llave para pasar de una a otra capa hasta llegar al cogollo. Pero a veces no es fácil encontrar los porqués.
Sin embargo, cuando uno se plantea los porqués de manera repetida, al final acaba sabiéndolos. Nosotros, los psiquiatras y psicólogos, hemos tenido que ir desarrollando muy finamente esta habilidad de ahondar en el ser de los demás.
Al final, no tenemos analíticas, ni resonancias magnéticas, ni TAC, ni PET, ni radiografías, ni nada. Somos como catadores de melones que tenemos que saber desde fuera si un melón está ya maduro. Y eso requiere mucho ensayo y error.
Y mucha observación, mucha interacción con los pacientes.
Sí. Pero también qué significa esa observación. Hay que saber escuchar, saber interpretar, saber qué información me omiten... Además, hay que conocer el lenguaje corporal, el "body language", el saber entender; no sólo ver, sino entender la expresión facial, que es el espejo del alma; entender el movimiento, la gesticulación... Todo ello para corroborar lo que te dicen, no te dicen o lo que interpretas.
En la conversación con una persona yo siempre trato de corroborar lo que me está diciendo por otro medio, por el lenguaje corporal. Engaña mucho menos que las palabras, salvo que el interlocutor sea un actor profesional. Es muy difícil que el gesto engañe.
De hecho usted recoge en el libro algunos aspectos relacionados con el comportamiento del paciente desde el primer encuentro, desde el mismo momento en el que le estrecha la mano. ¿Tan rápido nos delatamos los seres humanos?
Sí. Si sudan o no las manos, si las tiene frías o no, cómo se sienta, cómo habla... Aspectos así ya te están indicando muchas cosas. Uno siempre está haciendo hipótesis sobre lo que ve, que después hay que confirmar por otras vías.
Una vez que desde fuera has interpretado tanto el lenguaje textual como el gestual, tienes que meterte dentro de la persona y ver las cosas como él las ve. Eso es la empatía, la capacidad de sintonizar con el mundo afectivo del otro. Como cuando sintonizas una radio y oyes. Y ésa es la gran dificultad, conectar con el mundo afectivo.
Las personas actúan con dos motores: el de la voluntad, que sigue la razón, que dice lo que es bueno y lo que es malo; y la afectividad, que busca lo que hace sentirse bien y evita lo que hace sentirse mal. Y sólo puedes entender la fuerza de la afectividad si sintonizas emocionalmente con esa persona.
¿Y dónde se encuentran las claves para conocer a una persona?
Hay una serie de herramientas que son ayudas para conocer en profundidad. Te dan una información complementaria para apoyar todo lo anterior, o para salir de dudas. Esas herramientas de conocimiento psicológico complementarias son más útiles cuantas más dudas tienes sobre la información que recoges.
Puede ser porque es una persona que no puede hablar, o que no sabe explicarse bien como por ejemplo un niño... En esos casos necesitas toda una serie de instrumentos y el libro también recoge los más usados para el conocimiento psicológico, desde el análisis de la escritura (la grafología), de los dibujos, de la voz... Todo lo que hace el individuo deja su huella. Si alguien está triste, su tono de voz también estará triste.
También hay una serie de escalas o test que utilizamos para conocer los rasgos de personalidad; las analíticas que se emplean para saber si una persona tiene un problema biológico que explique sus cambios de humor o de conducta. Pruebas de neuroimagen, que, como digo en el libro no son muy útiles salvo para la demencia y las demás enfermedades cerebrales. Y, por supuesto, las biografías (relato de su vida familiar, social y académica).
Las personas son como unas piezas que se forman en un molde. Tú puedes saber cómo es la pieza si sabes cómo es el molde. Porque en el fondo es lo complementario. Así que descubres muchas cosas de forma indirecta.
¿Y en qué destinatario estaba pensando cuando escribió el libro?
Fundamentalmente en aquellos que se dedican por profesión a conocer en profundidad a las personas para poder ayudarlas, es decir, desde médicos generalistas, psicólogos, psiquiatras, profesores que no sólo quieren enseñar a un alumno conocimientos, sino que tienen que saber por qué un alumno fracasa académicamente, ya sea por falta de capacidad intelectual -en cuyo caso tendrá que saber cómo medirla-, o es por un problema emocional. Y en ese caso, tiene que saber cuáles son los problemas emocionales más frecuentes que deterioran el rendimiento.
También está dirigido a los padres que estén interesados en prevenir malos patrones educativos. Hay un capítulo dedicado a la influencia de los patrones educativos en la personalidad de los niños y los jóvenes.
Se puede decir que la psicología existe desde que existe la filosofía, desde que el hombre empieza a hacerse preguntas. ¿Han cambiado los problemas del hombre o siguen siendo los mismos: el amor, la muerte, la metafísica...?
Los problemas son los mismos. Lo que pasa es que vivimos en un momento social en el que el interés principal está centrado en el hombre exterior, en la belleza, en el fitness, en la moda, en la elegancia, en el éxito... Y no interesa tanto el hombre interior.
Se sabe muy poco del conocimiento histórico de la filosofía o de la antropología del hombre, y se sabe muchísimo de maquillaje, de estilismo, de moda, de depilación láser, de dietas... Hay una hipertrofia de todo esto y una atrofia del conocimiento del mundo interior. Y este desconocimiento provoca un desinterés en construir una persona por dentro.
Es una pena que mucha gente sepa muy bien cómo tiene que ir vestida, pero no sepa cómo ser por dentro para lograr la felicidad. Uno no puede ser feliz si no es libre. Y cuando hablo a una persona de libertad, felicidad, de autocontrol y de autoconocimiento, es como si descubriese un mundo distinto.
Pues como usted dice, vivimos en un mundo que nos exige triunfar.
En el fondo todos necesitamos los éxitos. El problema es que la gente sólo quiere los éxitos de fuera, pero son mucho más importantes los de dentro. No sabe que cuando se fracasa hay una oportunidad de tener un éxito dentro, que es llevarlo bien. Hay que saber perder, porque todo el mundo sabe ganar.
Bueno, hay algunos que no saben, que humillan a los demás, pero lo más importante es saber perder. Si uno sabe encajar el sufrimiento y sabe llevar las derrotas, las humillaciones y las pérdidas, está transformando un fracaso en un éxito interior.
Una persona que ha sufrido mucho y está amargado, no es admirable, aunque haya sufrido mucho. Pero una persona que sufre y lo lleva bien, tiene un éxito dentro, está haciendo callo y se está haciendo fuerte psicológicamente.
¿Cuánto ha aprendido usted de sí mismo en la interacción con los pacientes?
Se aprende mucho más de los pacientes que de los libros. Una persona aprende más con la práctica que con la teoría. Y una de las cosas que aprendemos nosotros es que no existen enfermedades, sino enfermos; que no existe la timidez, sino personas tímidas; que no existe la inseguridad, sino personas inseguras; que no existe la violencia, sino personas violentas.
Cada personas es distinta y por causas distintas. Hay gente que ha tenido una carencia afectiva y está muy necesitada de afecto, patológicamente necesitados. Y pasan la vida intentando conquistar a las personas para que les quieran.
Cuando esas personas pierden el cariño, se frustran y sufren muchísimo más. Y pueden pasar del amor y de la sumisión y de la dependencia al odio y a la violencia.