"Una personalidad sana y madura es la que logra un baile armónico entre afectividad y voluntad"
El doctor Fernando Sarráis, psiquiatra y psicólogo de la Clínica Universidad de Navarra, publica el libro "Personalidad" un estudio que recoge teorías y trastornos asociados a comportamientos patológicos.
23 de enero de 2013
Personalidad sana frente a personalidad patológica. Ser feliz frente a no serlo. Son disyuntivas de uno de los temas más amplios y complejos del comportamiento humano: la personalidad. El psiquiatra y psicólogo de la Clínica Universidad de Navarra Fernando Sarráis, aborda en su nuevo libro, de título elocuente -"Personalidad" (Eunsa, colección Astrolabio)-, este y otros aspectos de esa parte de la Psicología que nos define y nos diferencia como personas, pero que también puede ser el germen de trastornos psiquiátricos. Según Sarráis, profesor de Psicopatología de la Educación y de Psicología Social en la Universidad de Navarra, una personalidad sana se trabaja a diario. "La gente es capaz de dedicar muchas horas al gimnasio y a trabajar sus músculos, pero no es capaz de ir al gimnasio psicológico para trabajar su manera de ser", asegura. Con un tono académico pero accesible, "dirigido a las personas interesadas en conocer a otras personas o a sí mismas en profundidad", el libro recorre las principales teorías históricas y tipologías de la personalidad y ofrece algunas claves para alcanzar una manera de ser sana, las recetas de la felicidad.
¿Qué es la personalidad?
La personalidad es equivalente a la manera de ser de cada individuo. Una de las conclusiones generales de algunos de los autores que aparecen en el libro es que cada persona tiene su propia personalidad. Se pueden establecer diferentes tipos, pero cada individuo tiene su propia personalidad que puede estar dentro de un grupo o tipo de personalidad por ciertos parecidos en algunas estructuras básicas, como la seguridad o inseguridad personal, la autoestima...
¿Así que hay tantas personalidades como personas?
Sí. Cada persona tiene su propia personalidad. Y para conocerla es necesario estudiarla. En ese estudio, tenemos unos mapas o unos guiones que nos orientan, como los rasgos, las dimensiones, las características básicas de la personalidad. Con esos mapas es más fácil orientarse en el conocimiento de la personalidad concreta de un individuo.
Personalidad sana
El libro recoge la teoría de Gordon Allport sobre los criterios que definen una personalidad sana: extroversión, afecto, autoestima realista, emocionalmente estable, alegre, con una visión unitaria de todos los aspectos de la vida... ¿No resulta más bien una personalidad quimérica?
Es un objetivo a lograr. Una persona cuando nace no sabe andar, no ve, no sabe escribir ni leer... Tiene que aprender. Y también tiene que aprender a ser normal. Eso es un ideal. Él no habla de cantidades, porque se puede ser más o menos extrovertido. Lo importante es saber dónde está la dirección. Si uno quiere ir a Madrid, tiene que saber cuál es la ruta, aunque esté en Moscú. Lo importante es saber cuáles son los rasgos de normalidad para poder trabajar uno mismo, quitar lo que no es normal y añadir lo que sí es. Es un proceso de toda la vida y algo en lo que coinciden todos los estudiosos.
Quizás un aspecto interesante de Allport es que estudiaba a individuos sanos.
Claro. Hay que tener en cuenta que a veces las personas somos muy pragmáticas y que nos planteamos un problema cuando lo tenemos delante. Estas cosas de la manera de ser se la han planteado los médicos cuando se encontraban con personas con comportamientos raros y pensaban que tenían una manera de ser patológica. Estudiaban la personalidad porque había un problema de violencia, de abuso, de consumo de sustancias... ¿Cuál es la manera de ser de esta persona para comportarse así? Hay que tener en cuenta que la mayoría de las patologías neuróticas, que en Psiquiatría son las más frecuentes, se producen por una personalidad patológica. Ahora bien, hay que precisar qué tipo de personalidad patológica o inmadura.
Que es de lo que habla el libro
Sí. en el libro se habla de las características de la madurez y de la inmadurez. ¿Qué es la madurez? ¿Qué tipos de personalidades patológicas existen? Si no concretas, metes en un cajón a todo el mundo con una personalidad patológica y no vas a poder tratarles individualmente. Vas a darles recetas "para todos" y no siempre son buenas para todos. Hay que distinguir y especificar la patología de la personalidad, la inmadurez, la anormalidad... Pero es que ahora sabemos que las enfermedades físicas y de comportamiento están muy relacionadas. De hecho, ahora se estudia mucho las enfermedades psicosomáticas, es decir, gente que está nerviosa porque se siente insegura y que desarrolla una gastritis. Hay una relación de la unidad psicosomática, de manera que muchos doctores pensaban que algunas enfermedades tenían que ver con una forma de ser.
¿Y cómo se trata a una persona cuyos problemas psíquicos provocan otros físicos?
Pues conociendo una personalidad normal. De ahí los estudios de individuos normales. Esta ha sido una tendencia muy habitual entre los investigadores del siglo XX.
¿Cuáles serían los trastornos más frecuentes asociados a personalidades patológicas?
Serían los trastornos neuróticos, término este que ya no se utiliza por sus connotaciones negativas, como diferencia de los psicóticos. Son todos los trastornos de la ansiedad generalizada, los trastornos de pánico, las crisis de angustia, los trastornos fóbicos... En definitiva, todos aquellos que tienen en común una ansiedad o angustia elevada, aunque sean cuadros diferentes. Estos trastornos están muy relacionados con la personalidad. No digo que todos, porque el trastorno obsesivo compulsivo tiene un componente biológico. Pero las personalidades obsesivo-compulsivas, lo que la OMS llama anancásticas, tienen más propensión a los trastornos obsesivos. Y en estos casos, hay un componente biológico y otro de aprendizaje, de perfeccionismo, hiperresponsabilidad...
¿Y las personalidades patológicas más habituales?
Los trastornos neuróticos están relacionados con tres tipos de personalidades patológicas, las más frecuentes: una, la personalidad dependiente -aquellas personas inseguras y ansiosas que necesitan a otra que les dé seguridad-, las personalidades evitativas o personas ansiosas que huyen de situaciones de ansiedad porque de otro modo, desarrollarían fobias, y las personalidades anancásticas, es decir, los perfeccionistas, hiperresponsables, estrictos, rígidos, supercumplidores... Viven en tensión porque quieren hacer todo perfecto, sólo para sentirse seguros. Los americanos tienen un manual de clasificación, el DSM-IV de la Sociedad de Psiquiatría Americana, en el que incluyen estas tres personalidades en un mismo grupo o cluster, que sería el de los ansiosos y sufridores.
¿Ha existido una evolución de las personalidades en función del momento histórico, del ambiente, del contexto...?
Dentro de la personalidad hay unos núcleos básicos que los autores llaman rasgos primarios, dimensiones básicas, factores de personalidad primarios... Todos esos tienen mucha relación con la herencia, con la genética, con el temperamento... Eso es más constante en el individuo y en las poblaciones. Pero luego existen unos factores secundarios que tienen una influencia más ambiental. Dependen más de la educación y del aprendizaje, y por tanto, de las épocas culturales.
Entiendo que no existen recetas para todo el mundo, ¿pero cuál sería el camino hacia una personalidad sana?
¡Sí hay recetas! Para cambiar la manera de ser hay que cambiar la manera de vivir. Y esto es muy difícil, sobre todo cuando uno lleva 30 o 40 años viviendo de la misma manera. Uno no puede curarse en una semana de una forma de vivir patológica de años. Yo digo a los pacientes que esto es como hacer un máster en dependencia emocional o en libertad interior. Y un máster no se hace en un mes. A veces son tres años. Y la gente está dispuesta a estudiar tres años, invertir un dinero para sacar un título, pero no está dispuesta a invertir tres años para ser libre y feliz. En el fondo, la sociedad prima los éxitos de fuera: dinero, fama, prestigio... Y no prima el éxito interno: dueño de sí mismo, seguro, independiente, feliz... De esto trata el libro: es mucho más importante la persona de dentro que la fachada de fuera. Hay que tener un proyecto de persona y poner un ladrillo cada día.
Uno de los momentos críticos en el desarrollo de la personalidad es la adolescencia. ¿Hay trastornos asociados a este momento de la vida?
En algunos adolescentes -en muchos casos, chicas- se produce un trastorno límite o border line de la personalidad, con crisis de identidad, impulsividad... Este trastorno límite está dentro de otro más grande, el de la inestabilidad emocional. Son personas muy sensibles, muy dependientes del ambiente. Y dentro de este trastorno hay dos tipos: el impulsivo, más frecuente en los chicos, y el límite, habitual entre las chicas. Esto está cambiando por el tipo de la educación actual, muy emocional y volcada en sentirse bien, en detrimento de una educación de la voluntad, de control de uno mismo y de la afectividad.
¿Y no resulta llamativo que una educación basada en la afectividad provoque trastornos de personalidad?
En el libro aparece continuamente lo que ya decía Eysenck sobre neuroticismo y control, como dimensiones básicas de la personalidad. Él define el neuroticismo en personas dominadas por las emociones, y sobre todo, emociones negativas. Otros autores, como Heymans-Le Senne, hablan de emotividad, actividad y resonancia emocional. Frente al neuroticismo, Eysenck contrapone el control. ¿Control de qué? De la voluntad sobre las emociones. En el fondo, la afectividad en el ser humano es muy importante, como lo es la voluntad. Parte de la maduración y del desarrollo del individuo, procede de lograr una armonía y un equilibrio jerárquico entre la afectividad y la voluntad. La voluntad y la razón van por un lado, y la afectividad por otro. Conseguir la integración de las dos fuerzas y que vayan en sintonía es fundamental, pero de manera jerárquica: la voluntad sobre la afectividad. No reprimirla, sino armonizarla. Muchas veces cuando la gente funciona por emotividad, somete la razón a ésta. El alcohólico, cuando se siente mal porque necesita beber, pone en marcha su voluntad para conseguir alcohol y dejar de sentirse mal. Ahí hay una unidad, pero mal jerarquizada: la afectividad está por encima de la voluntad. Toda la tarea de la maduración es eso: un baile entre la cabeza y corazón para desarrollar movimientos perfectos.
¿Y cómo se logra ese baile perfecto?
Es muy frecuente que los problemas psiquiátricos sean por una manera de ser inadecuada. No voy a decir patológica, pero sí retrasada en ese equilibrio entre cabeza y corazón. Por ejemplo, mientras venía hacia la Clínica he visto a tres chicas jóvenes y cada una de ellas iba con un vaso de café y un pitillo. Las dos cosas a la vez. ¿Qué producen el café y el tabaco? Sensaciones, emociones, estímulos... En el fondo necesitamos cosas para sentirnos bien. Al igual que los jóvenes no pueden pasarlo bien el fin de semana si no beben. Hay una hipertrofia de la afectividad que hace que luego la razón y la voluntad estén en un segundo o tercer plano, cuando es lo más noble de un ser humano. La razón es lo que hace al hombre distinto del resto de animales. Y la voluntad es lo que te hace libre. Muchos jóvenes hablan de libertad y luego están enganchados al tabaco, al alcohol, a las drogas, al sexo, a los videojuegos... No son libres. Y una persona que no es libre no puede ser feliz.
Título: Personalidad
Autor: Fernando Sarrais
ISBN: 9788431328887
Colección: Astrolabio Salud. Eunsa
Año: 2012
Páginas: 303
Precio: 20 €