Protonterapia infantil: superadas las mil anestesias pediátricas dentro de la Unidad de Protones de la Clínica
La Unidad de Protones de la Clínica Universidad de Navarra, inaugurada en plena pandemia hace un año y medio, ha superado el millar de anestesias pediátricas realizadas.
18 de noviembre de 2021
La protonterapia trata los tumores de forma significativamente menos invasiva que la radioterapia convencional. Su menor toxicidad permite aumentar la dosis cuando es necesario y exponer mínimamente al resto de tejido sano. De esta forma, la principal razón de que la terapia de protones sea la terapia de elección para los niños y adolescentes es la reducción de efectos adversos a largo plazo, debido a la menor exposición del tejido sano a la radiación. Así, la probabilidad de desarrollar secuelas en la vida adulta es mucho menor. Se administra en varias sesiones (generalmente entre 25 y 30) de forma indolora y sin necesidad de ingresar en el hospital, lo que permite a los pacientes continuar con sus actividades.
Cuando llega un niño a la Unidad de Protonterapia se pone en marcha un sistema de engranajes perfectamente coordinado, en el que enfermeras, técnicos, físicos, oncólogos infantiles, oncólogos radioterápicos, anestesistas, secretarias, auxiliares, etc… estamos presentes y conocemos nuestra función. Nuestro epicentro en todo momento es el niño y su bienestar y, en ese escenario, la anestesia es un pilar fundamental del tratamiento”, indica la Dra. Elena Panizo, oncóloga pediátrica de la Clínica Universidad de Navarra.
En el tratamiento de los niños, generalmente es necesaria la anestesia general para evitar que se muevan durante la sesión y poder realizar de forma correcta y precisa el tratamiento (esto sucede en el caso de los menores de 8 años o con dificultades para colaborar porque no son capaces de evitar moverse). “Desde el primer día, los niños y las familias conocen al equipo de anestesia, se les explica en qué consiste el procedimiento e incluso en pacientes de edades límites o que muestran una madurez mayor que su edad biológica, se les ofrece la posibilidad de omitir el recurso de la anestesia, añade la Dra. Panizo.
“Nos hemos encontrado con niños que son perfectamente capaces de mantenerse quietos durante el tratamiento, que dura aproximadamente 20 minutos –aunque la irradiación no supera el minuto, el resto se dedica a posicionar correctamente al paciente-, pero para un niño generalmente es algo muy difícil”, indica el Dr. Felipe Calvo, director científico de la Unidad de Protonterapia de la Clínica, la más avanzada de Europa.
En la Unidad de Protones los especialistas trabajan de manera totalmente coordinada y multidisciplinar con el resto de profesionales del hospital, lo que supone muchas ventajas para el paciente porque tiene acceso a todos los métodos diagnósticos y de tratamientos que pueda necesitar.
“El equipo de anestesistas, junto a las enfermeras y los técnicos de la sala, es muy profesional, y especialmente sensible, e intentan que la experiencia sea lo más positiva para los niños, con el objetivo de que piensen que están en un juego (o en una nave espacial, como le llaman los niños a la sala de tratamiento) y se duerman pacíficamente antes del tratamiento”, añade.
A lo que destaca: “La sorpresa de crear esta experiencia radica en el hecho de ser conscientes del `músculo asistencial´ de la Unidad al encontrarse integrada dentro del hospital, ya que el paciente cuenta con todos los servicios complementarios al tratamiento, como es el caso del Departamento de Anestesia de la Clínica, pero también con la oportunidad de contar con oncólogos pediátricos que acompañan durante todo el proceso al niño y coordina todos los tratamientos”.
Involucrar a los padres en el proceso anestésico: clave para los niños
“Nuestro objetivo con los niños que llegan para recibir terapia de protones es que no sufran. Tienen un tumor, a muchos le han operado, les han dado quimioterapia, les han hecho muchas analíticas… por lo que queremos que la experiencia no sea negativa. Les decimos que no les vamos a hacer daño, pero ya han vivido muchas situaciones similares y les cuesta. Sin embargo, al final del proceso la experiencia es totalmente diferente a como se la imaginan, incluidos para sus padres, ya que intentamos que sea como un juego”, indica el Dr. José María Fernández de Miguel, especialista en Anestesiología y Cuidados Intensivos.
El equipo médico incluye a los padres en todo el proceso para que los niños no se preocupen y así, mientras que les ponen sus dibujos animados en una pantalla, los padres juegan con ellos, les cantan, les cogen en brazos hasta que se duermen. Además, los profesionales apuestan por anestesiar a los niños con gases anestésicos y no tener que usar vías venosas (si hay que hacerles analíticas o punciones venosas, se hacen cuando el niño está dormido), por lo que es un método indoloro.
Superar las barreras lingüísticas de la mano del Departamento de Internacional
“Desde la apertura de la Unidad, nos hemos encontrado mayoritariamente adultos, que necesitaban esta terapia, pero también hemos conocido a muchos padres que han cruzado nuestro país –e incluso el mundo- para que su hijo pueda recibir protonterapia (el más pequeño que hemos tratado tenía 14 meses)”. Los pacientes pediátricos provienen desde diferentes países como Ucrania, Emiratos Árabes, México, Bulgaria, entre otros, por lo que la Clínica cuenta con un Departamento de Internacional que les ayuda con el viaje y con la conversación con los especialistas.
“Cuando viene un niño que habla un idioma diferente al español o al inglés, como por ejemplo ruso o árabe, el Dept. de Internacional acompaña a los padres con un traductor, algo que les facilita mucho todo el proceso. Igualmente, los médicos queremos que los niños se sientan como en casa, por lo que, al involucrar a los padres en todo el proceso, la comunicación con los niños es mucho más fácil porque ellos a veces hablan castellano y hacen de interlocutores, una situación que relaja mucho al niño porque conversa con sus padres. Además, nos intentamos enterar de cuáles son sus muñecos favoritos o les ponemos los dibujos en su idioma”, destaca el anestesista Fernández de Miguel.
“Lo que hacemos es incluir al niño y a la familia en nuestro engranaje. Son una parte más del equipo, que nos ayudan en la toma de decisiones y en el tratamiento del día a día", concluye la Dra. Elena Panizo.