El vértigo y los niños
Es frecuente asustarse mucho cuando del colegio nos avisan de que un hijo o hija ha tenido una crisis de vértigo; en líneas generales suele ser algo muy alarmante pero banal.
Pero cuando es una inestabilidad continua que lejos de ceder va a más, hay que concertar lo antes posible una cita con el pediatra o especialista en neuropediatría.
Los niños pueden padecer vértigo o tener inestablidad dentro de un episodio mantenido de otitis media serosa. Por las características propias naturales de movimiento y actividad pueden sufrir vértigo postraumático del tipo posicional, aunque tienen más resistencia que los adultos.
En muy raras ocasiones una enfermedad de Méniere debuta antes de los 10-15 años y, en los pocos casos descritos la crisis de vértigo conlleva la pérdida de audición fluctuante. La neuritis y la laberintitis no son frecuentes en ese rango de edad. Por tanto no suele ser común.
Ahora bien, hay una forma de vértigo que es propia de la infancia y ha recibido el nombre de vértigo paroxístico benigno de la infancia.
Viene a ser como un síntoma del aura migrañosa que no se sigue del dolor de cabeza: si esto ocurre en un adulto que ha sido diagnosticado de migraña con aura, su descripción es fácil y acertada.
Pero se trata de niños que nunca han padecido migrañas; en ellos la pista viene porque uno de los padres (o los dos) son migrañosos. En estos niños muchas veces los padres describen dos hallazgos peculiares: uno muy común, de que se han mareado siempre mucho en el coche, una cinetosis extrema y, otro menos común que es que durante los primeros meses-años de su vida han padecido episodios de tortícolis (cabeza girada hacia un lado) inexplicable.
El vértigo comienza entre los 3 y 5 años de edad aunque también puede debutar a los 8 años. Son crisis súbitas, muy breves (segundos) en los que el niño tiene que parar cualquier actividad que estuviera haciendo, se acompaña de náuseas y quizás vómitos y se pone muy pálido.
No suele haber dolor de cabeza ni pérdida de audición. Al cesar la crisis puede dejarle mareado unas horas o por el contrario perfectamente estable como para reanudar su actividad.
Las crisis se repiten durante 4 o 5 años y van remitiendo aunque en el 30% de los niños entonces comienzan a sufrir cefaleas que al final se diagnostican de migrañas.
El objetivo es tratar las crisis y si se repiten mucho intentar prevenirlas con medicación.
El Departamento de Pediatría cuenta con diversas unidades especializadas, que permiten un mejor diagnóstico y tratamiento del niño, algunas de ellas de carácter multidisciplinar.
Entre ellas destacan las siguientes: Cuidados Intensivos, Neonatología, Respiratorio, Reumatología y Patología músculo-esquelética, Neuropediatría, Oncología Pediátrica, Endocrinopediatría, Gastroenterología, Urgencias Pediátricas y Nutrición.
Además de estas unidades, el Departamento de Pediatría colabora de forma multidisciplinar en las áreas de Cirugía Pediátrica, Dermatología, Cardiología, Oftalmología, alteraciones del aparato locomotor y otras especialidades.
Un equipo de enfermería altamente especializado se encarga del seguimiento del niño durante su desarrollo. Cuentan con una gran experiencia en la atención al niño y en el apoyo a padres en la resolución de sus dudas en el día a día.