Esterilidad

Se entiende por esterilidad el fracaso de la fertilidad, es decir, de la capacidad de reproducirse.

Se define la esterilidad de una pareja cuando, después de al menos un año de vida sexual normal y sin contracepción, no se ha conseguido ningún embarazo.

Por infertilidad se entiende la situación en la cual, habiéndose producido embarazos, la pareja no tiene descendencia.

Se considera que existe una esterilidad primaria cuando nunca se ha conseguido un embarazo y se entiende por esterilidad secundaria aquella situación en la que, tras haber tenido algún hijo vivo, transcurre al menos un año de vida sexual normal y sin contracepción sin la consecución de un nuevo embarazo.

Igualmente, existe lo que se denomina la infertilidad secundaria, que es aquella situación en la que, tras haber tenido hijos vivos, ocurren repetitivamente abortos o muertes intraútero de fetos.

Entre un 10 por ciento y un 15 por ciento de las parejas son estériles. En un 40-45 por ciento de los casos esta esterilidad es de origen masculino, mientras que un 60-65 por ciento es de origen femenino.

¿Cuáles son sus causas?

Existen múltiples causas en la esterilidad masculina, como son las alteraciones endocrinas y cromosómicas, el varicocele, infecciones, estrés, diabetes, exposición a agentes ionizantes y factores inmunológicos.

En cuanto a la esterilidad femenina, que es lo que principalmente nos ocupa en este capítulo, puede haber: causas ováricas, fundamentalmente por la falta de ovulación (anovulación) o una disfunción en la ovulación (insuficiencia lútea); causas tubáricas, fundamentalmente obstrucciones o alteraciones en la motilidad de la misma, anomalías a nivel del útero, como podrían ser las malformaciones uterinas, los miomas submucosos, las adherencias uterinas, la presencia de pólipos endometriales y antecedentes de tuberculosis genital; causas cervicales, es decir, del cérvix uterino causas inmunológicas.

Aproximadamente entre un 8 por ciento y un 10 por ciento de las ocasiones no se encuentra una causa aparente a la esterilidad.

¿Cómo se diagnostica?

Toda pareja que lleve más de un año sin concebir, manteniendo relaciones sexuales normales, completas y sin métodos anticonceptivos, y con deseos de tener hijos, debería someterse a un estudio minucioso.

En primer lugar, debería de estudiarse el varón, dado que su estudio es más simple que el de la mujer. Tan sólo se requiere la realización de un seminograma, es decir, un estudio del semen, salvo en aquellos casos en los que exista una impotencia coeundi, es decir dificultades en la erección. Con un seminograma bien hecho, podemos determinar la capacidad fecundante del varón y, en caso de que exista algún problema, tratar de buscar el origen.

La recolección del semen puede realizarse de manera sencilla, mediante el uso de colectores especiales en la relación matrimonial. Normalmente, este estudio lo va realizar el urólogo.

El estudio de la mujer es más complejo. Puede resultar tedioso, largo y a veces frustrante. Dado que en la mujer existen múltiples causas que podría justificar la esterilidad, hay que estudiar cada una de ellas, es decir, habría que estudiar el factor ovárico, el factor tubárico, el factor uterino, el factor cervical y, finalmente, lo que se denomina el factor peritoneal.

Unidad de Reproducción

Se estudian problemas como:

  • esterilidad conyugal
  • infertilidad
  • preservación de la fertilidad en riesgo por tratamientos antineoplásicos
  • amenorrea
  • síndrome de ovario poliquístico
  • fallo prematuro de la función ovárica
  • hirsutismo
  • anomalías uterinas o vaginales de origen congénito

Técnicas de imagen que utilizamos:

  • ecografía bidimensional
  • ecografía tridimensional
  • estudio Doppler
  • Sonohisterografía

Centro pionero en la repermeabilización de las trompas mediante microcirugía tras la ligadura.

Nos distingue la alta especialización de nuestras exploraciones y nuestro trabajo multidisciplinar pudiendo ofrecer la mejor solución en cada caso.

Normalmente, un estudio de esterilidad se inicia al comienzo de un ciclo menstrual con la determinación de una serie de hormonas en sangre de la mujer y el inicio de lo que se denomina el seguimiento ecográfico folicular, que consiste en la realización de ecografías pélvicas seriadas para estudiar el desarrollo de los folículos en los ovarios y del endometrio.

Así, comprobaremos si hay o no hay ovulación y si ésta ovulación ocurre de manera satisfactoria. Además, podremos determinar con precisión el momento ovulatorio de la mujer.

Es recomendable que después de haber comprobado la ovulación, aproximadamente a los 7 días de la misma, se realice una biopsia del endometrio, es decir la toma de una muestra del endometrio que es la mucosa que recubre el útero por dentro y en donde ha de implantarse el huevo en caso de fecundación. También es importante realizar una nueva analítica hormonal.

Asimismo, hay que estudiar el factor tubárico, esto suele realizarse mediante la práctica de lo que se denomina una histerosalpingografía, una prueba que consiste en la introducción de un contraste yodado a través del cuello uterino a la vez que se realiza una radiografía, pudiéndose de esta manera determina la permeabilidad o no de las trompas.

Un test que resulta interesante es el test post-coital. Consiste en el examen microscópico de una serie de tomas obtenidas del fondo de saco vaginal y del cuello uterino tras una relación matrimonial completa, uno o dos días antes de la ovulación.

De esta manera, podremos observar si el moco cervical es adecuado y, además, nos da una idea de la calidad del semen.

Finalmente, si todas estas pruebas realizadas están dentro de la normalidad, sin que se encuentre ninguna causa aparente de la esterilidad, debe practicarse una laparoscopia, sencilla intervención quirúrgica bajo anestesia general para estudiar los órganos genitales internos, es decir, el útero, las trompas y los ovarios directamente mediante su inspección y tratar de encontrar causas, como pueden ser adherencias tubáricas que puedan explicar la esterilidad.

¿Cuál es el tratamiento?

En la mayoría de los casos de una esterilidad matrimonial encontraremos una causa que la explique. Según la causa, ésta podrá tener tratamiento o no.

En caso de que lo tenga, deberá de instaurarse el tratamiento correcto. Por ejemplo, si se demuestra que hay una falta de ovulación, es decir, una anovulación, el tratamiento idóneo será el uso de fármacos inductores de la ovulación, como el clomifeno o las gonadotrofinas.

O si se demuestra una obstrucción tubárica, podría plantearse la realización de una microcirugía tubárica o una recanalización de la misma mediante técnicas de radiología intervencionista.

En caso de que no se encuentre ninguna causa o bien la causa hallada no tenga tratamiento posible, algunos autores plantean técnicas de reproducción asistida, como la fecundación in vitro o la inyección intracitoplasmática de esperma, técnicas con reparos desde el punto de vista moral referentes a su uso y al porcentaje de éxito de las mismas.

En el proceso se pierden vidas embrionarias (entre el 96 y el 99%), los hijos no nacen como fruto del amor de sus padres, expresado corporalmente, y hay una manipulación que supone en la sexualidad humana. También es desaconsejable desde el punto de vista técnico, por su baja eficacia y alto costo (tanto económico como humano), y la mentalidad eugenésica que la acompaña, que lleva a la práctica del aborto ante la menor sospecha de enfermedades fetales.

Aunque está considerada un tratamiento de la infertilidad, realmente no cura nada, porque el padecimiento se queda sin resolver. El éxito de los tratamientos de la esterilidad dependerá en gran medida de la causa que la provoca.