Muerte súbita en el deporte
Deporte, edad y valoración cardiológica
A veces nos llega la noticia de que algún deportista, mientras entrenaba, ha sufrido una muerte súbita, de la que se pueden aclarar las causas del suceso tras practicarle una necropsia. Inevitablemente surgen preguntas sobre la causa, si se podría haber evitado o si el deporte es malo para la salud. Hay que distinguir entre edades.
Menores de 35 años, incluidos niños y adolescentes. Cuando se produce muerte súbita y se analizan mediante necropsia todas las alteraciones posibles, se encuentra en un 90% una malformación congénita en el corazón, en el 7% una miocardiopatía, en un 2% arritmias y en un 1% otras causas, como fármacos.
Mayores de 35 años. Al analizar las causas, se encuentran en el 90% de los casos, lesiones en las arterias coronarias causantes de cardiopatía isquémica; en un 7%, miocardiopatía; en un 2%, estenosis aórtica severa; en un 0,5%, alteraciones electricas y en un 0,5% drogas o fármacos.
Observamos que en los niños y adolescentes existen básicamente alteraciones con las que han nacido y que, si son importantes, se descubren en la lactancia o en años posteriores.
Otras alteraciones son a veces difíciles de descubrir con las exploraciones convencionales y se darán a conocer cuando se someta al corazón a un ejercicio intenso.
Por ello, los deportistas que se acercan a la competición desde jóvenes, deben ser sometidos a una exploración cardiológica lo más completa posible según cada caso.
En los mayores de 35 años, la causa suele ser la aparición de lesiones en las arterias coronarias, presentes ya, a veces, durante la adolescencia (14-16 años).
Se ha observado en adolescentes que fallecen en accidentes de coche o traumatismos de otro tipo y, al realizarles la necropsia, se hallan lesiones en las arterias coronarias en sus primeras fases a pesar de la edad tan temprana.
Estas lesiones suelen estar causadas por el tabaco, el colesterol, la hipertensión arterial, diabetes, etc. Por ello recomendamos una valoración cardiológica en un individuo que se vaya a dedicar al deporte de manera aislada o frecuente, de manera amateur o profesional o bien como hobby.
Los niños, hoy en día, siguen revisiones muy frecuentes por sus correspondientes pediatras, por lo que si estos objetivan en su exploración algún soplo o anomalía o infecciones de repetición, etc., procederán a solicitar las exploraciones oportunas.
Esto no está reñido con que, si el niño se va a dedicar más a fondo a algún deporte, se le realice una exploración cardiovascular más a fondo de lo habitual, incluyendo en ella un electrocardiograma, radiografía de tórax o incluso un ecocardiograma (caso de que exista una duda razonable en las características de un soplo, etc.).
Si el deporte al que se va a dedicar el individuo es más profesional, esta exploración debe ser más profunda, con una buena historia clínica, analítica, electrocardiograma, radiografía de tórax, prueba de esfuerzo y ecocardiograma.
El grupo de mayor riesgo son los varones de 35 años o más que se inician un buen día a la práctica del deporte, estimulados por todos los mensajes oídos y escritos de que el deporte es salud, con la ilusión de perder algunos kilos de más o de estar en forma, partiendo de cero.
Si este individuo tiene un riesgo al hacerlo de este modo, mucho más lo tiene si fuma, o es hipertenso y no lo sabe, tiene el colesterol alto, etc.
Área de Medicina Deportiva
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