Intolerancia a la lactosa
La lactosa es un nutriente importante presente en lácteos y derivados, aunque también en otros tipos de alimentos (salsas). La intolerancia a la lactosa es la incapacidad para absorber en el intestino ese tipo de nutriente. Es un problema poco diagnosticado pero muy frecuente. Hay personas no diagnosticadas que la padecen.
Por diversos motivos, existe una incapacidad para absorber y digerir la lactosa, un hidrato de carbono complejo que antes de ser asimilado debe ser dividido en moléculas más sencillas (gracias a la acción de una enzima).
¿Cómo se advierte?
Es habitual que las personas con este problema manifiesten una intolerancia a ese tipo de alimentos. Esas personas suelen advertir que al comer “ les sientan mal” algunos alimentos. Aparecen molestias abdominales junto a deposiciones diarreicas.
Esta diarrea suele acontecer nadas más ingerir el alimento problemático, siendo habitualmente líquida y acompañada de meteorismo. Pueden haber trastornos temporales, como sucede después de un proceso importante digestivo o tras un tratamiento con antibióticos.
También existen intolerancias parciales que se arrastran durante mucho tiempo. La intolerancia a la lactosa en edades muy tempranas, cuando además se manifiesta de forma importante, llega a provocar un trastorno serio en la alimentación.
Ese trastorno cursa con una dificultad notable a la hora de conseguir una lactancia sin problemas. Aparecen con frecuencia cólicos y cuadros de llanto, junto a cierto rechazo a las tomas e incluso problemas nutricionales.
¿Se puede diagnosticar y tratar?
Muchas veces se plantea el diagnóstico al haber una sospecha clínica, sugerida por el propio afectado al detectar esa intolerancia a determinados alimentos. En casos dudosos o cuando se quiere confirmar el diagnóstico, se recurre a unas pruebas que confirman esta sospecha.
Hay un test que consiste en dar una dosis de lactosa y comprobar la presencia de síntomas digestivos y de determinar el comportamiento de los niveles de glucosa en sangre. Otro test determina la presencia de protones en el aliento (indican “mala digestión”).
En algunos casos, si se pretende descartar otros trastornos, conviene realizar más estudios digestivos analíticos, radiológicos o incluso endoscópicos (con toma de biopsia). También dependerá del criterio médico valorar la necesidad o no de efectuar esas pruebas, sobre todo si la causa se conoce o se supone que este trastorno va a ser transitorio.
¿Qué consejos se pueden seguir?
El tratamiento consiste en evitar aquellos alimentos que provocan los síntomas. Es habitual tener que restringir o eliminar el consumo de lácteos y derivados. Existen listas de alimentos que pueden servir de referencia. También conviene tener precaución con aditivos e incluso medicamentos que contiene como excipiente lactosa.
Hay personas que pueden tolerar esos productos pero siempre que la cantidad no sea excesiva, se reparta a lo largo del día o se facilite su asimilación con la ingestión de enzimas o bien añadiéndolas a los alimentos. Si la intolerancia es importante, conviene vigilar el estado nutricional y administrar suplementos (por ejemplo de calcio).
Además, se pueden seguir algunos consejos para evitar las molestias derivadas de trastornos temporales, como retrasar el consumo de lácteos tras un proceso digestivo importante.