DICCIONARIO MÉDICO
C1q
El componente C1q es una glicoproteína esencial del sistema del complemento, una parte fundamental de la inmunidad innata. C1q forma parte del complejo proteico C1, el cual inicia la vía clásica del complemento, un proceso de defensa inmunitaria que actúa de forma coordinada para eliminar microorganismos, células apoptóticas y complejos inmunes. La molécula de C1q está compuesta por 18 cadenas polipeptídicas organizadas en seis subunidades heterotriméricas, cada una formada por cadenas A, B y C. Esta estructura permite su interacción con la porción Fc de las inmunoglobulinas (principalmente IgG y IgM) cuando están en forma de complejos inmunes, lo que desencadena la cascada de activación del complemento. Desde el punto de vista estructural, C1q es una molécula tipo colágeno, con una región de tallo fibroso y cabezas globulares en sus extremos. Su peso molecular aproximado es de 460 kDa. Las cabezas globulares son responsables del reconocimiento y unión a inmunoglobulinas, mientras que el tallo se asocia con las serinas proteasas C1r y C1s para formar el complejo C1. Su síntesis se produce principalmente en monocitos, macrófagos y células dendríticas, aunque también se ha demostrado su expresión en células del sistema nervioso central y de la placenta. Este dato reviste interés en el estudio de enfermedades autoinmunes y neurológicas. La función principal de C1q es la activación de la vía clásica del complemento. Cuando C1q se une a la porción Fc de una IgG o IgM en un complejo inmune, provoca un cambio conformacional que activa a las enzimas C1r y C1s. Estas, a su vez, escinden C4 y C2 para formar el complejo C3 convertasa, propagando así la cascada del complemento. Además de su papel en la inmunidad innata, el C1q participa en diversos procesos fisiológicos y patológicos: La expresión de C1q elevado se ha asociado a distintos estados inflamatorios y enfermedades. Aunque no existe un valor universal de referencia, los niveles elevados pueden observarse en: Sin embargo, un nivel de C1q elevado no siempre tiene implicación patológica directa, y debe interpretarse en conjunto con el resto de marcadores inmunológicos y el contexto clínico. Una deficiencia hereditaria de C1q es rara, pero se asocia con una alta prevalencia de lupus eritematoso sistémico. La deficiencia adquirida, en cambio, puede observarse en procesos que consumen de forma masiva el complemento, como infecciones severas, sepsis o vasculitis. Los anticuerpos anti-C1q (también conocidos como antic1q) son autoanticuerpos dirigidos contra las regiones globulares del C1q. Su presencia tiene un valor diagnóstico y pronóstico especialmente relevante en enfermedades autoinmunes. La detección de antic1q se realiza mediante técnicas de inmunoensayo como ELISA. Los valores de referencia pueden variar según el laboratorio, pero su positividad es altamente sugestiva en determinados contextos clínicos. Los antic1q son de particular interés en el lupus eritematoso sistémico (LES), donde se asocian con manifestaciones graves como nefritis lúpica. Su detección precoz permite predecir brotes activos de la enfermedad, especialmente renales, lo que ha convertido su estudio en una herramienta fundamental del seguimiento clínico. También se han detectado en otras patologías: Aunque su presencia no es patognomónica, su alta prevalencia en enfermedades autoinmunes lo convierte en un marcador útil cuando se combina con otros anticuerpos como anti-dsDNA o anti-Sm. El C1q inhibidor es una molécula, generalmente de origen biotecnológico, diseñada para bloquear la interacción del C1q con sus ligandos, evitando así la activación de la vía clásica del complemento. Su uso se está investigando como una estrategia terapéutica en enfermedades donde la activación descontrolada del complemento tiene un papel lesivo. En este sentido, el uso de inhibidores de C1q ha mostrado resultados prometedores en: Algunos fármacos en desarrollo incluyen anticuerpos monoclonales y péptidos sintéticos que bloquean directamente la cabeza globular de C1q o interfieren en su ensamblaje con C1r y C1s. La medición de niveles séricos de C1q, la detección de antic1q y la determinación funcional del complemento son herramientas habituales en el estudio inmunológico de pacientes con sospecha de enfermedades autoinmunes, inmunodeficiencias o trastornos inflamatorios. Estos análisis se solicitan en combinación con otras pruebas como complemento total CH50, C3, C4, y autoanticuerpos específicos. La interpretación integrada de estos datos es clave para orientar el diagnóstico diferencial. El creciente conocimiento del rol de C1q en enfermedades más allá de las infecciones y autoinmunidad ha abierto nuevas líneas de investigación. El estudio de sus interacciones con receptores celulares, su función moduladora en el sistema nervioso y su participación en la inmunidad tumoral constituyen áreas emergentes de interés. Del mismo modo, la identificación de biomarcadores como C1q elevado o antic1q permite avanzar hacia una medicina personalizada, en la que el perfil inmunológico del paciente guíe decisiones terapéuticas más precisas. Por último, el desarrollo de C1q inhibidores promete convertirse en una nueva clase terapéutica para enfermedades donde el complemento tiene un papel lesivo, posicionando a C1q no solo como un marcador inmunológico, sino como una diana terapéutica con gran potencial clínico. © Clínica Universidad de Navarra 2025Qué es el C1q del sistema del complemento
Características bioquímicas de C1q
Función inmunológica del C1q
Activación de la vía clásica del complemento
Otras funciones biológicas
Alteraciones en los niveles de C1q
C1q elevado
C1q disminuido o deficiente
Anticuerpos anti-C1q (antic1q)
Concepto y diagnóstico
Relevancia clínica de los antic1q
Inhibidores de C1q
Concepto y aplicaciones terapéuticas
Aplicaciones diagnósticas del C1q
Implicaciones clínicas y futuras líneas de investigación