DICCIONARIO MÉDICO
Carbón activado
El carbón activado, también conocido como carbón activo, es una forma de carbono procesado especialmente para poseer una alta porosidad interna, lo que le confiere una gran capacidad de adsorción. En medicina, el carbón activado se emplea principalmente como agente adsorbente para tratar intoxicaciones agudas por vía oral, dada su capacidad para atrapar compuestos tóxicos en el tracto gastrointestinal e impedir su absorción sistémica. La estructura física del carbón activado consiste en una red de microporos de tamaño subnanométrico, generados mediante activación térmica o química del material precursor, como cáscaras de coco, turba, madera o carbón mineral. Este procesamiento le otorga una superficie específica que puede superar los 1000 m²/g, lo cual lo convierte en un adsorbente excepcional para múltiples sustancias. El mecanismo terapéutico del carbón activado se basa en la adsorción de moléculas sobre su superficie. A diferencia de la absorción, que implica penetración y disolución, la adsorción es un fenómeno de adhesión superficial. Esta propiedad permite que los tóxicos ingeridos se unan a la superficie del carbón y sean eliminados por vía fecal sin ingresar al torrente sanguíneo. Para su uso clínico, el carbón activado debe presentar ciertas características fisicoquímicas: El uso principal del carbón activado en medicina es el tratamiento de intoxicaciones agudas por vía oral. Administra por vía enteral, idealmente en la primera hora posterior a la ingesta del tóxico. La sustancia debe ser susceptible de adsorción; por tanto, no todos los agentes se benefician de esta intervención. Entre las toxinas que sí son adsorbidas se encuentran: El carbón activado también puede interrumpir el ciclo enterohepático de ciertas sustancias, como la digoxina o la carbamazepina, reduciendo así su reabsorción intestinal y facilitando su eliminación. En algunos casos, se utiliza en administración repetida cada 4 a 6 horas, bajo estricta supervisión médica. En situaciones de ingesta masiva de medicamentos o tóxicos desconocidos, la administración de carbón activado puede formar parte del protocolo de descontaminación gastrointestinal, junto con otras medidas como el lavado gástrico o el uso de catárticos. Se ha investigado el uso del carbón activado en otras áreas, como la reducción de niveles de urea en pacientes urémicos, purificación de toxinas bacterianas en colitis pseudomembranosa, y adsorción de gases intestinales en meteorismo. Sin embargo, estas indicaciones tienen un respaldo limitado en la evidencia clínica. La vía oral es la forma habitual de administración del carbón activado. Puede administrarse en suspensión acuosa (10-25% en agua) utilizando una sonda nasogástrica en pacientes con alteración del nivel de conciencia. La eficacia disminuye significativamente si se administra después de 1 a 2 horas de la ingestión del tóxico. La dosis habitual en adultos es de 50-100 gramos en una sola toma. En pacientes pediátricos, la dosis se calcula como 1 g/kg de peso corporal. En casos que requieren administración repetida, se administra entre 25 y 50 g cada 4 horas. El carbón activado debe administrarse solo en pacientes con vía aérea protegida. No debe utilizarse si existe sospecha de perforación gastrointestinal, íleo paralítico o vómitos persistentes. Tampoco es útil en intoxicaciones por: El carbón activado es generalmente bien tolerado cuando se administra en condiciones controladas. Los efectos secundarios más frecuentes son de tipo gastrointestinal y poco graves. Entre los efectos adversos potenciales se incluyen: En casos excepcionales, pueden producirse: El carbón activado no se absorbe en el tracto gastrointestinal. Su acción es exclusivamente local en la luz intestinal. No atraviesa membranas ni se metaboliza, y se elimina por completo en las heces. Su inicio de acción es inmediato tras la administración, y su eficacia depende del tiempo transcurrido desde la ingestión del tóxico y de la naturaleza química del mismo. Puede reducir la eficacia de medicamentos orales si se administra en las horas posteriores a su toma. Por ello, no debe administrarse junto con tratamientos crónicos importantes como antiepilépticos, anticonceptivos orales o inmunosupresores, salvo en casos de sobredosis. El carbón activado medicinal se presenta generalmente en polvo para reconstituir o en suspensiones listas para uso hospitalario. Debe conservarse en un lugar fresco y seco, y protegerse de la humedad para evitar pérdida de capacidad adsorbente. En el ámbito clínico, se dispone también en kits de descontaminación digestiva. El carbón activado es una herramienta esencial en toxicología de urgencias. Forma parte del protocolo inicial de atención ante sospecha de intoxicación, junto con la evaluación del estado de conciencia, constantes vitales, glucemia, ECG y estudios complementarios. Su correcta indicación puede reducir significativamente la absorción sistémica del tóxico y, por ende, la morbimortalidad asociada. © Clínica Universidad de Navarra 2025¿Qué es el carbón activado?
Propiedades físico-químicas relevantes en medicina
Capacidad de adsorción
Características ideales del carbón activado medicinal
Usos médicos del carbón activado
Intoxicaciones agudas
Interrupción del ciclo enterohepático
Descontaminación digestiva
Aplicaciones menos frecuentes
Indicaciones y protocolos de administración
Vía de administración
Dosis estándar
Consideraciones clínicas
Seguridad y efectos secundarios
Tolerancia general
Efectos adversos
Complicaciones graves
Aspectos farmacocinéticos y farmacodinámicos
Interacciones medicamentosas
Presentaciones y conservación
Aplicaciones en toxicología clínica y urgencias