Onfalorragia

¿Qué es una onfalorragia?

La onfalorragia, término médico que describe el sangrado a través del ombligo, es una condición poco común que puede surgir como manifestación de diversas patologías subyacentes, tanto en la población pediátrica como adulta.

El sangrado umbilical puede ser indicativo de una variedad de condiciones, incluyendo, pero no limitándose a, infecciones, trastornos hemorrágicos, tumores, y anomalías estructurales del ombligo o del tracto urinario o gastrointestinal que persisten después del nacimiento. En neonatos, una causa común de onfalorragia es la infección del muñón umbilical, mientras que en adultos, las causas pueden ser más variadas, incluyendo la presencia de quistes, fístulas, o neoplasias.

El diagnóstico preciso de la onfalorragia requiere una evaluación meticulosa que comienza con una historia clínica detallada y un examen físico. La historia clínica debe enfocarse en el tiempo de evolución del sangrado, la presencia de síntomas acompañantes, y cualquier factor de riesgo identificable, como procedimientos recientes, traumatismos, o la existencia de enfermedades sistémicas. El examen físico debe incluir una inspección cuidadosa del ombligo para identificar la fuente del sangrado, así como la evaluación de signos de infección o anomalías estructurales.

Dependiendo de los hallazgos iniciales, pueden ser necesarios estudios complementarios para confirmar el diagnóstico. Estos pueden incluir análisis de sangre para evaluar trastornos de coagulación, cultivos para detectar infecciones, y estudios de imagen como ultrasonido, resonancia magnética o tomografía computarizada para visualizar la anatomía subyacente del ombligo y las estructuras adyacentes.

El tratamiento de la onfalorragia varía según la causa subyacente. En casos de infección, el manejo puede incluir la administración de antibióticos y cuidados locales del ombligo. Si el sangrado se debe a un trastorno hemorrágico, puede ser necesario ajustar la terapia anticoagulante o administrar factores de coagulación. En presencia de anomalías estructurales, como quistes o fístulas, el tratamiento definitivo puede requerir cirugía para resecar la lesión y reparar el defecto.

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