Oreja

¿Qué es la oreja?

La oreja, específicamente referida al pabellón auricular o aurícula, es una estructura externa del sistema auditivo cuya principal función es la captación de ondas sonoras y su conducción hacia el conducto auditivo externo. Esta estructura anatómica, visible en la parte exterior de la cabeza, juega un papel crucial en el proceso de audición, ya que es el primer componente en el mecanismo de captación y dirección del sonido hacia las partes más internas del oído.

Anatómicamente, el pabellón auricular presenta una configuración compleja con varios relieves y depresiones que contribuyen a su capacidad para recoger y dirigir las ondas sonoras. Entre los relieves más notables se encuentran el hélix, que es el borde enrollado que recorre el perímetro externo de la oreja, y el antehélix, que es una prominencia paralela al hélix ubicada más internamente. Estas estructuras ayudan a definir la forma de la oreja y contribuyen a su eficacia en la captación de sonidos.

El trago es otra prominencia importante, situada en la entrada del conducto auditivo externo, que actúa como una barrera para proteger el oído de la entrada directa de sonidos potencialmente dañinos. Frente al trago se encuentra el antitrago, que es una prominencia menor que, junto con el trago, delimita la entrada al conducto auditivo externo.

La oreja también presenta dos depresiones significativas: la concha, que es la cavidad más profunda del pabellón auricular y juega un papel esencial en la recolección de sonidos hacia el conducto auditivo externo, y la fosita triangular, ubicada en la parte superior de la oreja, entre el hélix y el antehélix.

El lóbulo de la oreja, que es la parte inferior blanda y sin cartílago, se diferencia del resto del pabellón auricular por su constitución grasa. Esta característica única hace al lóbulo más maleable y menos estructurado que el resto de la oreja, compuesta principalmente por cartílago elástico. El cartílago confiere a la oreja su forma característica y la capacidad de mantenerse erguida, mientras que el lóbulo ofrece variabilidad en términos de forma y tamaño entre diferentes individuos.

La importancia de la oreja en la captación de sonidos radica no solo en su capacidad para recoger ondas sonoras del ambiente, sino también en su diseño que permite modificar y filtrar estos sonidos antes de que lleguen al oído medio e interno. Esta función es crucial para la localización de la fuente de sonido y para la protección del oído interno de sonidos excesivamente altos o dañinos.

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