DICCIONARIO MÉDICO

Síndrome de Riley-Day

¿Qué es el síndrome de Riley-Day?

El síndrome de Riley-Day, también conocido como disautonomía familiar o síndrome de disautonomía familiar (FD), es una afección genética rara y grave que afecta el sistema nervioso autónomo (SNA), que controla funciones involuntarias como la digestión, la respiración, la presión arterial y la respuesta al estrés. Esta patología se caracteriza por una variedad de síntomas que pueden incluir insensibilidad al dolor y a las diferencias de temperatura, disfunción del sistema digestivo, sudoración disminuida, y crisis que pueden ser provocadas por el estrés. Es hereditario y de carácter autosómico recesivo, lo que significa que ambos padres deben portar una copia del gen mutado para que un hijo pueda heredar la condición.

El síndrome de Riley-Day ha sido objeto de numerosos estudios y revisiones médicas, siendo un tema de interés para la neurología y la genética médica, dada su naturaleza hereditaria y sus manifestaciones neurobiológicas específicas. Los pacientes con este síndrome suelen presentar complicaciones significativas, debido a la amplia gama de sistemas corporales afectados por la enfermedad. Su manejo requiere un enfoque multidisciplinar, que puede involucrar a neurólogos, genetistas, gastroenterólogos, cardiólogos, y otros especialistas médicos para abordar los diversos aspectos de la condición.

Desde el punto de vista diagnóstico, el síndrome de Riley-Day se identifica mediante un análisis genético, donde se buscan mutaciones en el gen IKBKAP. Este gen es crucial para la producción de una proteína necesaria para el desarrollo del sistema nervioso. Las mutaciones en el gen IKBKAP afectan la función y desarrollo normal de las células nerviosas, provocando los síntomas del síndrome. La identificación temprana de esta condición es crucial, ya que un diagnóstico y tratamiento oportunos pueden mejorar significativamente la calidad de vida de los pacientes afectados.

El tratamiento del síndrome de Riley-Day no tiene una cura específica, pero se centra en el manejo de los síntomas y en la prevención de complicaciones. Puede incluir medicamentos para tratar problemas digestivos, regulación de la presión arterial, y terapia física para mejorar la movilidad y la función muscular. Además, la terapia ocupacional puede ser beneficiosa para los pacientes, ayudándoles a desarrollar habilidades que faciliten su adaptación a la vida cotidiana con la enfermedad. El manejo nutricional también es fundamental, ya que muchos pacientes experimentan dificultades para tragar y otros problemas gastrointestinales, lo que puede requerir ajustes dietéticos específicos o la utilización de suplementos nutricionales.

© Clínica Universidad de Navarra 2023

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