Residente de Radiofarmacia. 2008-2012
Luisa López Sánchez

Recuerdo con mucho cariño y gratitud mi paso por la Clínica Universidad de Navarra.

Tan pronto visité las instalaciones de la Unidad de Radiofarmacia, me invadieron las ganas de aprender y conocer; supe que era allí dónde quería formarme durante la residencia, y hoy echando la vista atrás, creo que no me equivoqué. Gracias a la generosidad de mis tutores y compañeros tuve la suerte de recibir una amplia y exquisita formación, tanto específica como trasversal, por la que cada día me siento muy agradecida.

La Unidad de Radiofarmacia de la Clínica es referente a nivel europeo y dispone de todos los medios para proporcionar una formación integral que abarca no solo la Radiofarmacia convencional sino la síntesis in situ de Radiofarmacos PET bajo condiciones GMP. Esto es un privilegio como residente, pues te permite estar desde tus más tiernos orígenes a la vanguardia en la especialidad. Además, dispone en un mismo entorno físico de una Unidad Micropet, lo cual te abre a las puertas a conocer también el apasionante mundo de la investigación.

Sin embargo, creo que todo el capital físico descrito, no tendría valor alguno si no se acompañase del gran capital humano con que cuenta la unidad. Y es que, sus excelentes profesionales son pioneros en el mundo de la Radiofarmacia PET, miembros en los principales grupos de trabajo de la especialidad (tanto nacionales como europeos) y además, tienen una gran vocación docente. La puerta de sus despachos estuvo siempre abierta para mí, compartiendo en todo momento su tiempo y sabiduría; desde un inicio apostaron por mi mejor formación. Más allá de enseñarme cada día en el laboratorio, me dieron la oportunidad de hacer cursos, rotaciones, asistir a congresos, realizar ponencias, ser miembro de sociedades científicas y otras muchas experiencias más.

No quiero dejar de destacar el valor de la multidisciplinariedad del Servicio de Medicina Nuclear en el que se enmarca la Unidad de Radiofarmacia, pues creo que también fue una parte muy enriquecedora de mi residencia. Me permitió valorar la importancia del trabajo en equipo para poder ofrecer la mejor solución al paciente.

Fue de gran interés para mí que los radiofísicos me explicasen los fundamentos que hay detrás de una imagen PET, y muy tranquilizador ver cómo cuidaban de mi protección radiológica; Asímismo me aportó mucho asistir a las sesiones junto con los médicos nucleares, pues me acercó a la realidad clínica de los pacientes ayudándome a dar mejor sentido a mi trabajo.

Desde que terminé la residencia nunca me ha faltado el trabajo, gracias a Dios; haber realizado la residencia en la Clínica siempre me ha abierto puertas. He trabajado en sitios muy diversos desde el Laboratorio de Imagen Médica del Hospital General Universitario Gregorio Marañón con una Beca Río Hortega, a la AEMPS o el Ministerio de Sanidad dónde trabajo actualmente.

Término recordando que una vez alguien me dijo cúando iba a elegir mi plaza FIR: “la mejor plaza de residente es la que uno elige” y no le faltaba razón, pues en cualquier trabajo la actitud es clave; pero tener los recursos tanto humanos como materiales de la Clínica al alcance, lo hace mucho más sencillo.