Consejos para el paciente anticoagulado
Los anticoagulantes orales están indicados en la prevención a largo plazo de la enfermedad tromboembólica, es decir, en todas aquellas situaciones clínicas que llevan asociada una alta incidencia de tromboembolismo y en aquellos casos en los cuales el primer síntoma de la enfermedad es el accidente trombótico o embólico para prevenir el segundo episodio.
También se utilizan a corto plazo tras un primer episodio de trombosis venosa profunda o embolismo pulmonar.
Los pacientes anticoagulados deben tener especial cuidado durante su tratamiento para asegurar que este sea efectivo y seguro. A continuación, se presentan algunos consejos importantes para los pacientes anticoagulados.
¿Qué debe hacer ante una hemorragia?
Si sangra sin motivo, sangra más de lo normal o le salen hematomas de manera espontánea, es necesario que acuda a su centro médico de control antes de la fecha que llevaba indicada en su carné de anticoagulación.
Hay que tener en cuenta que el paciente anticoagulado no presenta hemorragias espontáneas, porque su sistema hemostático está generalmente intacto, y, por lo tanto, habrá que buscar la causa de esa hemorragia. Por ejemplo, si tiene sangre en la orina, habrá que descartar una infección urinaria o si presenta heces con sangre, habrá que descartar una hemorragia digestiva, etc.
Nunca, como primera medida, se debe suspender el tratamiento anticoagulante. Es necesario que acuda siempre a un centro médico. Si es fuera del horario laboral, acuda a Urgencias.
Si la hemorragia no es muy copiosa, no será necesario adelantar el control, aunque sí será necesario comentarlo en la siguiente visita.
Si la hemorragia es algo más abundante o se prolonga más tiempo, sí será necesario adelantar el control y reajustar la dosis para conseguir el cese de la hemorragia.
Hemorragia conjuntival: suele ser debida a la fragilidad de los capilares, agravado por un estornudo, golpe de tos... No requiere tratamiento excesivo.
Hemorragia nasal (epistaxis): suele ocurrir debido a una congestión nasal, cuando el ambiente es muy seco y la mucosa está reseca, porque hace mucho calor, porque se ha sonado fuerte... Como medida terapéutica, es suficiente la aplicación de un tapón con un hemostático local. Es conveniente sonarse la nariz inmediatamente después del lavado matutino. Se puede prevenir aplicando vaselina en ambas fosas nasales y humidificando el aire de la habitación.
Gingivorragias: la encía es un tejido blando que sangra con facilidad. La limpieza buco-dental debe ser frecuente y cuidadosa. El cepillado ayuda a fortalecer las encías.
Hematomas cutáneos: suelen ocurrir por fragilidad de los capilares. Si son de poca intensidad, no será necesario hacer nada. Si son grandes, habrá que realizar un control.
Esputos con sangre: frecuentemente se trata de sangre procedente de la garganta. Será necesario realizarle una exploración visual. Sangre roja en las heces: si está estreñido, puede ser debida a la presencia de hemorroides o fisura anal. Habrá que realizarle una exploración adecuada. Debe notificarlo en el control para ajustar la dosis y/o prevenir la anemia.
Hemorragia ginecológica (escasa cantidad): si está en edades cercanas a la menopausia, será provocada, en la mayor parte de las veces, por desarreglos hormonales. Será necesario realizarse una exploración ginecológica.
Son aquellas que por su localización o cantidad de sangre perdida pueden comprometer la vida del paciente o debe ser necesaria la realización de la transfusión de sangre. Frecuentemente, obligan a la suspensión del tratamiento anticoagulante.
- Pérdida brusca de visión.
- Epistaxis (sangrado nasal) que no se puede detener.
- Cefalea intensa con vómitos.
- Hemoptisis (esputos con sangre) y hematemesis (vómitos de sangre).
- Abdomen agudo.
- Melenas: son heces de color negro y pastosas.
- Hemorragias ginecológicas severas. Sangre en orina.
La fiebre en un paciente anticoagulado, al igual que en otra persona que no tome anticoagulantes, suele ser síntoma de una enfermedad infecciosa.
Si la fiebre está causada por una infección vírica, solamente será necesario tomar paracetamol como antitérmico (no usar aspirinas ni medicamentos que la contengan).
Existen además medidas físicas para intentar que la fiebre disminuya, como puede ser aplicación de compresas frías o un baño con agua tibia.
Los antibióticos solamente deben ser utilizados en caso de infección bacteriana y siempre prescritos por su médico.
Si un paciente anticoagulado tiene dolor, puede tomar un analgésico tipo paracetamol o metamizol.
La vía de administración se elegirá en función de la intensidad, descartando la vía intramuscular por el peligro de hemorragia que en sí misma conlleva la punción.
Si el dolor es de tipo articular, se deben intentar medidas como aplicación de calor seco, masaje sobre la zona, un antiinflamatorio en pomada y practicar ejercicios de rehabilitación.
Si una paciente en edad fértil y con tratamiento anticoagulante oral se queda embarazada, debe contactar lo antes posible con el médico responsable del control de su tratamiento, con el fin de evitar los efectos nocivos de los anticoagulantes orales, ya que son capaces de atravesar la barrera placentaria y producir malformaciones fetales.
El paciente que toma tratamiento con anticoagulantes y sufre un traumatismo con herida abierta debe saber que su sangre tarda más tiempo en coagularse, por lo que deberá hacer una compresión más prolongada sobre la zona.
Si la herida es importante en cuanto a tamaño y cantidad de sangre, deberá ser remitido a un servicio de Urgencias. Si el paciente sufre un traumatismo sin herida abierta, debe realizarse inmediatamente un vendaje compresivo. La compresión deberá mantenerse unas 12 horas, cuidando de no provocar una isquemia secundaria. Si existe fractura ósea, ha de ser trasladado inmediatamente a un servicio de Urgencias.
Un paciente anticoagulado no puede ser sometido NUNCA a una extracción dental sin antes tomar unas medidas adecuadas para disminuir el riesgo de hemorragia.
Los pacientes que están anticoagulados, porque son portadores de una prótesis valvular o tienen una valvulopatía sin corregir, no deben dejar el tratamiento anticoagulante nunca, por lo que han de ser atendidos en un centro hospitalario donde se disponga de una hemostasia adecuada tras la extracción.
Si los pacientes están anticoagulados porque sufrieron una trombosis venosa, embolia pulmonar o tienen una arritmia, será suficiente con suspender la dosis unos dos días antes, pero no es recomendable realizar más de una extracción por mes. Si después de la extracción sucede una hemorragia, deberá acudir al odontólogo para que intente cesar la hemorragia.
Si va a someterse a una intervención quirúrgica, deberá notificarlo a su médico. Se precisa conocer la fecha de la misma, al menos, con una semana de antelación para prepararlo debidamente.
El paciente anticoagulado tiene las mismas indicaciones de vacunación que una persona sana. Además, el riesgo de padecer una enfermedad infecciosa es mayor que el de la población normal y puede descompensar su cardiopatía.
La administración de cualquier vacuna debe ser valorada por su médico. La vía de administración no tiene contraindicación, ya sea vía oral o la subcutánea. La inyección de la vacuna antitetánica, que es una inyección intramuscular, debe ser puesta preferiblemente en el brazo.
Sobre la medicación anticoagulante
- Asegurarse de que la marca y dosis por comprimido del medicamento que va a tomar son los mismos que los indicados por el médico.
- Tomar la dosis exacta prescrita y el número de tomas indicadas.
- No aumentar ni reducir la dosis en caso de olvido sin consultarlo previamente.
- Tener siempre en casa la caja del medicamento.
- El control del tratamiento anticoagulante debe hacerse como máximo cada 4 o 5 semanas.
- Llevar siempre el carné de control.
- No usar las inyecciones intramusculares o consultar previamente si la utilización de éstas fuera imprescindible.
- La coloración anaranjada de la orina es normal durante el tratamiento.
- Mantener el medicamento siempre fuera del alcance de los niños.