Cuidados para prevenir la osteoporosis
La osteoporosis es una enfermedad que se caracteriza por una disminución de la densidad de los huesos a causa de la pérdida del tejido óseo normal.
Esto conlleva una disminución de la resistencia del hueso frente a los traumatismos o la carga, con la consiguiente aparición de fracturas.
Se pueden tomar varias medidas para mantener los huesos sanos, fuertes y retrasar la pérdida de hueso.
La dieta debe aportar todo el calcio necesario para la mineralización de los huesos. Esto supone mantener una alimentación sana y equilibrada en la que estén incluidos los productos lácteos.
El calcio está presente sobre todo en los productos lácteos, frutos secos y pescado.
Cuando la dieta no garantiza una cantidad adecuada de calcio, deben administrarse suplementos. En muchas ocasiones se asocia la administración de vitamina D, ya que facilita la absorción y utilización del calcio.
Respecto a la vitamina D, la exposición al sol es fundamental para conseguir un buen aporte. Según algunos autores, puede ser suficiente con treinta minutos al día.
Una ingesta reducida de estos minerales y vitaminas puede predisponer a padecer una enfermedad de los huesos.
No hay que olvidar cómo en la etapa infantil la presencia de un desayuno insuficiente y la sustitución de esos elementos de la dieta por otros menos sanos puede dar lugar al desarrollo de estados carenciales.
Estos estados carenciales producen anomalías incluso en el crecimiento y fortalecimiento de los huesos. Sin embargo, dichos estados carenciales pueden agudizarse de nuevo en los adultos y ancianos.
Una dieta inadecuada puede hacer mella no sólo en la salud de los huesos, sino repercutir en todo el organismo.
Las dosis recomendadas especialmente para la mujer dependen de la edad y de otras circunstancias. En general se recomienda el siguiente aporte:
- 0 a 6 meses - 360 mgr
- 6 meses a 1 año - 540 mgr
- 1 a 10 años - 800 mgr
- 10 a 24 años - 1200 mgr
- Adulto - 800 mgr
- Embarazo - 1200 a 1400 mgr
- Lactancia - 1200 a 1400 mgr
- Personas mayores - 1200 a 1600 mgr
La falta de ejercicio físico influye de forma importante en la fortaleza del hueso. Puede ser suficiente con realizar un paseo diario o ejercicios de gimnasia.
El sedentarismo da lugar a una disminución de la mineralización del hueso debido a la inactividad. Esa inactividad produce un descenso en las fuerzas y tensiones que actúan en el hueso. Aunque pueda parecer contradictorio, esa presión ejercida sobre el hueso ejerce un efecto revitalizador del mismo favoreciendo la formación de nuevas trabéculas óseas.
El sedentarismo también tiene otras muchas consecuencias, por ejemplo sobre el sistema cardiovascular. Ese sedentarismo puede ser fruto de unos hábitos de vida erróneos despreciando la realización de ejercicio físico incluso en el día a día, muchas veces por la excesiva comodidad que nos puede ofrecer la vida moderna.
Esa inactividad puede ser mucho más acuciante en las personas mayores. La falta de oportunidades y el aislamiento al que se pueden ver sometidos favorece ese problema.
Por otro lado, la degeneración de las articulaciones con la consecuente aparición de artrosis disminuye la posibilidad de evitar la falta de movilidad. Eso unido a los dolores que pueden aparecer como consecuencia de las pequeñas fracturas que comprometen el hueso, aumentan la dificultad para moverse.
Luchar contra la obesidad y el sobrepeso: El sobrepeso implica un mayor deterioro del sistema osteomuscular, con la aparición de fenómenos de sobrecarga y lesión de las articulaciones.
Parecen implicarse además otros factores en el desarrollo de esta enfermedad como influencias genéticas, enfermedades reumáticas, procesos sistémicos inflamatorios, consumo de tabaco y alcohol, etc...Contra algunos de ellos no se puede luchar, pero sí contra aquellos que son subsidiarios de ser corregidos con una vida sana.
Las caídas son comunes en ancianos y entre sus consecuencias figuran la muerte, traumatismos, fracturas y hospitalizaciones prolongadas.
Los tres factores que más predisponen a las caídas son la debilidad de los músculos de la cadera, la mayor inestabilidad y el consumo excesivo e inapropiado de medicamentos (sedantes, hipotensores etc.).
La visión es particularmente importante para el equilibrio y la estabilidad de las personas ancianas.
Diagnóstico y tratamiento de la osteoporosis en la Clínica
El diagnóstico se basa en la historia clínica detallada, una exploración física, un análisis de sangre, y radiografías de la columna vertebral dorsal y lumbar, para valorar la deformidad de la columna vertebral.
También una densitometría ósea, prueba diagnóstica por excelencia para conocer la densidad del hueso.
En la Clínica el tratamiento de la osteoporosis se invidualiza en cada caso, teniendo en cuenta que el objetivo es conseguir una mayor resistencia ósea de forma que disminuya el riesgo de fracturas.