Objetivo: desenmascarar la celiaquía
Según los últimos datos, en España 1 de cada 100 personas son celíacas.
Los pacientes que sufren esta enfermedad no toleran el gluten, una proteína que se encuentra en el trigo, la avena, la cebada y el centeno.
Es una patología que produce la inflamación del intestino delgado, destruye las vellosidades y altera la absorción de los alimentos, pudiendo provocar desnutrición.
Se trata una enfermedad silenciosa (se calcula que en España hay 400.000 afectados que no lo saben), que no tiene cura y que puede comenzar a cualquier edad, ya que afecta tanto a adultos como a niños. A largo plazo, las complicaciones que provoca la celiaquía están en relación con los déficits nutricionales por la alteración de la absorción de los alimentos: anemia, osteoporosis, retraso del crecimiento, malformaciones congénitas en hijos de madres celíacas no tratadas durante el embarazo, mareos, convulsiones, etc. La enfermedad más grave que puede acarrear la celiaquía es el cáncer del intestino delgado.
Se desconoce la causa de esta enfermedad, aunque para padecerla es necesaria una base genética e inmunológica. Sin embargo, las personas con Síndrome de Down, los diabéticos y aquellas que tienen dermatitis herpetiforme son los que más riesgos tienen de sufrirla. “Cuando yo estudiaba Medicina, en el año 84, nos dijeron que solamente 1 de cada 2000 personas era celíaca. Ahora las cifras son totalmente distintas, pero eso no significa que haya aumentado el número de enfermos, sino que se piensa más en ella y se diagnostican muchos casos que antes se quedaban sin diagnosticar”, señala el Dr.Ramón Angós, especialista del Departamento de Digestivo en la Clínica Universidad de Navarra.
Los síntomas que definen la celiaquía son muy variados; diarrea, pérdida de peso, anemia, dolor abdominal y óseo, cansancio… “Sin embargo, a otros pacientes solo se les hincha un poco la tripa porque ciertos alimentos no les sientan bien. Los síntomas son muy diferentes en cada enfermo. Algunas personas, incluso, no presentan ninguno, pero la celiaquía puede afectar de igual modo a su salud a largo plazo”, explica el Dr. Angós.
Por el momento, el único tratamiento eficaz es el cambio a una dieta libre de gluten que permita la regeneración de las vellosidades intestinales. La alimentación no puede curar la enfermedad, pero sí controlarla. Así, una vez que haya sido diagnosticada, el paciente debe eliminar el gluten de su dieta para siempre. Verduras, frutas, carnes, pescados o huevos son algunos de los alimentos que las personas celiacas pueden comer sin ningún tipo de problema.
El Dr. Angós habla de la importancia de evitar la contaminación cruzada, es decir, de procurar que los alimentos libres de gluten se preparen de forma separada a aquellos que sí lo contienen (no utilizar la misma tostadora, el mismo aceite de freír, diferentes utensilios de cocina…).
“Es muy importante no hacer un autodiagnóstico. Si una persona cree que puede padecer celiaquía, es necesario que se haga las pruebas médicas pertinentes para evitar complicaciones, confusiones y enfermedades a largo plazo”, asegura el Dr. Angós. El especialista asegura que no se puede comenzar la dieta libre de gluten sin antes realizar estos exámenes, porque obtendremos resultados muy variables y costará mucho más en un futuro diagnosticar la enfermedad.