Cáncer de colon
Historia de Alfredo
El escritor comenzó a escribir el poemario ‘Al amor de tu lumbre’ durante su ingreso en la Clínica donde le trataron un cáncer de colon avanzado.
Dos días antes había aterrizado en un vuelo que le traía de vuelta a casa desde Helsinki (Finlandia). Un periplo por una parte de los países nórdicos en el que la obligación profesional deja paso al placer de viajar y a la inquietud por conocer nuevos lugares y gentes. El detonante del viaje fue, en esta ocasión, una conferencia que el Instituto Cervantes había encargado a Alfredo V. para impartirla una semana antes en San Petersburgo. En la ciudad rusa, el escritor disertó ante trescientas personas sobre la gastronomía del Siglo de Oro en el Quijote, síntesis de su libro ‘La cocina de Sancho Panza’ publicado en español y japonés ya que fue presentado por su autor en la Exposición Universal de Haichi (Nagoya,Japón) en 2005.
Alfredo V. (Guadalajara, 1947) llegaba a la Clínica a la consulta semestral de revisión del cáncer de colon del que fue operado y tratado dos años antes. Tan sólo una operación de cadera, en 2008, le había hecho pasar antes por el quirófano. Hasta entonces no había sabido qué suponía padecer una enfermedad.
“Recuerdo que estaba en Marruecos en la inauguración de la Semana Cultural Española, en Larache, cuando sufrí un fuerte cólico”. A su vuelta a Madrid, ciudad en la que reside, acudió a la sede de la Clínica Universidad de Navarra en la capital. Tras una colonoscopia el diagnóstico no dejaba lugar a dudas: un carcinoma de colon en fase III (avanzado) se alojaba en esta porción intestinal y requería tratamiento inmediato.
Solicitó hora con el doctor José Luis Hernández, director del Departamento de Cirugía General de la Clínica en Pamplona y un día después quedó ingresado. El equipo médico y sanitario le completó las pruebas diagnósticas y acto seguido entró en quirófano. Dada la magnitud del tumor, la operación se prolongó durante 9 horas. A los dos días sufrió una complicación y tuvieron que volver a intervenirle quirúrgicamente, en esta ocasión, de una grave peritonitis.
“Nunca me he encontrado peor. Pero aquella situación en la que llegué a temer por mi vida, me llevó a un estado de ‘dejación’ en Dios. Los místicos del siglo XVI aludían a este estado para que, si Dios quiere entrar, pueda hacerlo”.
Y partiendo de la precaria situación en la que se encontraba su salud comenzó usted a escribir su poemario.
Aludo al estado en el que me encontraba ya en el primer poema del libro. Esos momentos en los que uno siente que su cuerpo se va a ir parece que pueden ser especiales para tener ese ‘dejamiento’, hacia un encuentro con Dios.
“En esta noche oscura del dolor, entubado a la vida por este oxígeno que besa mis pulmones, siento la muerte a cuestas y te busco…”, es uno de los fragmentos del poema inicial del libro galardonado ¿En tan grave estado llegó a sentirse?
Dos días después de la primera intervención, la noche que comencé con los dolores debidos a la peritonitis, me encontraba francamente mal. Esa madrugada llegué a pensar que no salía, hasta que me operaron. Después ya me repuse. Pasé unos días lleno de cables pero después ya todo fue a mejor.
Además de su recuperación física, consiguió escribir este poemario que ha resultado premiado internacionalmente.
Así es. Fue en la Clínica donde lo empecé, aunque después, ya dado de alta, lo terminé en mi casa. El inicio del poemario respondía a ese momento difícil de mi vida en el que me encontraba.
Evocando la noche oscura de los místicos.
Sí, pero en este caso la noche oscura era del cuerpo, en vez del alma, que era a la que se refería San Juan de la Cruz. Fue uno de esos momentos en el que, aunque no sentí miedo, percibí que podía llegar a irme.
De su libro se desprende que posee un conocimiento profundo de la mística.
El libro trata de la mística, pero no sólo desde el punto de vista católico, o cristiano. También trata de la mística sufí, de la hindú y de la zen. En el libro hago un recorrido por todos estos caminos místicos. Hago referencia a algunos de los místicos universales, no sólo del catolicismo, sino de todas estas otras vías místicas. Además, incluyo seis sonetos que se llaman ‘Estancias de Teresa enamorada’ que hacen referencia al camino recorrido por Santa Teresa de Jesús, a su encuentro místico con Dios. También incluyo unas décimas al estilo de San Juan de la Cruz.
De todo este compendio de místicas hace referencia en ‘Al amor de tu lumbre’.Como estudioso del tema, ¿reconoce en ellas un denominador común?
El denominador común es el encuentro directo con Dios, el camino que siguen los místicos que, en definitiva, es inexplicable. Se produce de una manera irracional, por no decir sobrenatural. Como dicen los grandes místicos españoles y, aludiendo a palabras de Santa Teresa, uno tiene que abrir su casa, abrir sus puertas y mostrarse dispuesto a esa llamada en el momento que llegue, si llega.
¿Refleja también su experiencia personal?
El primero de los poemas sí alude a la circunstancia que viví en la Clínica pues yo, en aquel momento, estaba esperando ese Encuentro. Y estuve esperando, pero finalmente no llegó. Otros poemas de la primera parte del libro también tienen relación con mi vida como el dedicado a mi hijo Enrique.
Su mensaje transmite paz ¿de qué forma se llega a esa aceptación?
Creo que se llega a través de un proceso espiritual, de decantación vital, de entender que la vida tiene muchas cosas superfluas y que al final va quedando lo esencial. Es todo un despojamiento de lo superfluo para llegar a lo esencial.
Para una persona con tanta actividad y, hasta entonces, una fortaleza física envidiable, ha debido suponer una experiencia muy dura.
De la que todavía, más de dos años después, me estoy recuperando de forma global. Los médicos ya advierten que después de la quimioterapia puedes tardar unos años hasta encontrarte en plenas facultades. Pero no me quejo. Desde entonces he escrito y publicado ya tres libros y estoy siempre en marcha.
Además del tratamiento médico ¿qué otros aspectos considera importantes para conseguir vencer la enfermedad?
Una enfermedad de este tipo es como subir una montaña. Hay que ser paciente y consciente de que la cumbre está muy lejos e ir alcanzando niveles. Primero hay que llegar al campamento base y, después, lo demás poco a poco. Intentar no decaer. Como decía Gandhi, es una experiencia casi de resistencia pasiva. Pienso que en la curación de las enfermedades es muy importante el componente psicológico.
Y respecto a los procedimientos médicos ¿a qué se debió su elección de la Clínica como hospital donde le trataran?
Desde hace unos años tengo el seguro de Acunsa. Y, además, porque es una gran clínica, quién lo duda. Yo me hice este seguro porque un amigo nuestro tuvo un cáncer y estuvo en la Clínica tratándose. Él me convenció. Cuando vine a verle vi que él vivía en buena parte gracias a los profesionales de la Clínica, a la atención médica que le procuraron aquí.
‘Al amor de tu lumbre’, título de su obra premiada, ¿a qué hace referencia?
Es una frase unamuniana que hace referencia a la lumbre como el fuego, la lumbre como uno de los principios creadores de la vida. Para mí de los cuatro principios, el aire, el agua, la tierra y el fuego, este es el que me ha sensibilizado más, además siempre desde un punto de vista místico. Sería como ‘arder’ de amor en esa unión con Dios.