Cáncer de colon con metástasis en el hígado
Historia de Henrique
"Ahora tengo una calidad de vida fantástica", reconoce Henrique Cernache después de que, en 2015, le diagnosticaran un cáncer de colon con metástasis en el hígado.
Tras ser tratado en la Clínica mediante quimioterapia y dos cirugías por laparoscopia, este portugués de 59 años puede afirmar que ha superado la enfermedad. "Todas las pruebas que me han hecho con regularidad me dan como curado".
En la Clínica le han tratado un cáncer de colon con metástasis en el hígado. Le tuvieron que someter a dos importantes operaciones quirúrgicas. El Dr. Fernando Rotellar fue el cirujano responsable de ambas intervenciones.
Sí, el Dr. Rotellar es un médico y una persona fantástica. Tanto es así que le considero un amigo. Realmente, él me operó dos veces a través de una tecnología que yo desconocía, la laparoscopia. Unos años antes, en Portugal me habían operado de una peritonitis mediante cirugía convencional abierta. En aquella ocasión tuve una recuperación muy lenta.
¿La rapidez en la recuperación es la principal ventaja que experimentó de la laparoscopia?
Esa fue la mayor diferencia. La recuperación fue fabulosa. En total, pasé por dos operaciones importantes. Y en cualquiera de ellas, previamente, estuve de acuerdo con el Dr. Rotellar en que probablemente en 3 o 4 días podría estar saliendo del hospital. La verdad es que, por lo menos en una de ellas, se superaron nuestras expectativas porque la recuperación fue realmente rápida. Estuve muchas horas en la sala de operaciones porque fue una cirugía enorme. Después dormí esa noche en la Unidad de Cuidados Intensivos. Al día siguiente, al final de la tarde, estaba vestido y el doctor Rotellar me visitó. Le dije: “Doctor Rotellar, estoy bien. Ya tengo todos mis órganos funcionando y tomo alimentos, así que creo que podría irme mañana”.
¿Y estuvo de acuerdo con usted?
Él me dijo: “Bien, vamos a ver”. Al día siguiente, eran las 7 de la mañana antes de que todo el personal de la Clínica viniese a prepararme, me di una ducha, me afeité y desayuné. Y a las once de la mañana, el Dr. Rotellar me visitó y me dio el alta.
¿Tuvo un buen postoperatorio?
Fue algo extraordinario. Es decir, la laparoscopia es efectivamente una técnica que, en mi caso, resultó muy bien, gracias a la que pasé muy poco tiempo en ingresado después de dos operaciones muy importantes. Y desde un punto de vista estético, 6 meses más tarde apenas quedaba rastro de las incisiones.
Además de las cirugías, ¿qué otros tratamientos le han aplicado?
La primera vez me dieron quimioterapia durante seis meses. Es un tratamiento pesado. Tuve algunos efectos secundarios.
Después de tres años, tuve una recaída.
Sucedió en diciembre de 2018. En esa recaída volví a recibir quimioterapia. Estuve durante otros 6 meses recibiendo ese tratamiento, viniendo a Pamplona cada dos semanas.
¿Cómo han resultado estos tratamientos?
La verdad es que, aparentemente, ha funcionado muy bien. Todas las pruebas que me han hecho con regularidad me dan como curado.
¿Y usted cómo se siente?
Me siento muy bien, como si no hubiera pasado nada. Llevo una vida perfectamente normal y por eso estoy esperanzado en que los tratamientos hayan funcionado y que esté, por lo tanto, de nuevo tan bien como antes de estos problemas de salud.
Ya habla de la enfermedad en pasado. Eso es un buen síntoma. ¿Cómo es su calidad de vida?
Estoy jubilado del banco y por lo tanto ahora tengo una vida con mucha mejor calidad, aunque realmente disfruté trabajando allí durante 32 años. Pero la vida va mucho más allá de lo que me proporcionaba el banco. Así que hoy consigo hacer una gestión de mi día a día mucho más saludable. Dedico una hora y media cada mañana a hacer algo de ejercicio. Normalmente elijo salir a caminar, prácticamente todos los días, por la playa. Además tengo planes privados para gestionar y algunos negocios particulares de los que tengo que estar al tanto. Así que tengo mi día ocupado, pero solo hasta las cinco y media de la tarde. Después me gusta volver a casa y leer un libro, que era una cosa que normalmente sólo hacía durante las vacaciones. No podía hacerlo en el día a día porque trabajaba desde las 8 de la mañana hasta las 8 de la noche. Ahora tengo una calidad de vida fantástica.
Además sus hijos ya son mayores y han empezado a trabajar.
Tengo dos hijos, uno de 25 años y otra de 23. Ambos han comenzado a trabajar este año, y por lo tanto ahora tienen que resolver su propia vida. Eso, a mi esposa y a mí nos da muchísima satisfacción, en la medida que los padres, pasamos una gran parte de la vida educando a los hijos. Por eso, este momento en que ellos dan vuelta a la página y se encaminan a la vida laboral es muy gratificante para los padres porque también ven reconocidos sus esfuerzos en la educación que les han proporcionado.
¿Qué diría a otros pacientes que estén atravesando una situación similar a la suya, que padezcan un cáncer u otra enfermedad grave?
Les recomiendo encarecidamente la Clínica, en la medida en que no conozco otras alternativas. Conocía este hospital desde la época en que acompañé a mi padre. Desde el comienzo percibí que la organización que tiene la Clínica es fabulosa. Cuando uno recibe la noticia de una enfermedad como el cáncer, lo que quiere es que rápidamente le hagan un diagnóstico lo más completo posible y empezar el tratamiento rápidamente. En la Clínica, efectivamente, de las dos veces que vine con problemas de diagnóstico en otros centros, aquí me hicieron todas las pruebas que necesitaba, y en el plazo de 48 horas tenía a un médico frente a mí con un papel blanco explicándome lo que tenía y cuál era el tratamiento que tenía que hacer.
En su caso, ese médico fue el Dr. Javier Rodríguez, especialista en cáncer digestivo de la
Clínica.
Todavía guardo la primera hoja que me dio el doctor Rodríguez en 2015. Además después tuve esa experiencia también con todos los médicos, todas las enfermeras, con todos los trabajadores de la Clínica. Todos son de una profesionalidad fuera de serie y de un humanismo fantástico. Uno viene aquí y se siente muy bien acompañado, tanto desde un punto de vista humano como médico. Gracias a esta combinación he pasado a tener confianza, que es lo más importante para sobreponerse a un problema de este tipo.
Es muy necesario tener confianza en las personas que le tratan y cuidan para superar la enfermedad. Además de otras motivaciones, como las ganas que tenía usted de superar la enfermedad para volver a dedicarse a la vela.
Cuando comencé con la quimioterapia, lo que quizás me costó más fue tener que dejar de hacer vela. Tuve que dejarlo porque me pusieron un catéter para administrar la quimioterapia y ese catéter tiene que estar protegido y, por lo tanto, no podía hacer un gran esfuerzo. En particular con el lado derecho, porque si no el catéter puede salirse de su sitio. Para mí fue la mayor privación que tuve durante el tiempo de quimioterapia, en la primera fase, y luego con la quimioterapia en la segunda. No poder practicar vela constituyó una gran privación.
¿Volverá a practicar este deporte?
Sigo pasando por el puerto todos los días y hablo con el equipo de vela con mucha frecuencia. Estoy seguro de que, uno de estos días, voy a llegar a la Clínica, me van a quitar otra vez el catéter y voy a poder hacer vela de nuevo. No tengo ningún tipo de dudas de que va a suceder.