Trasplante de hígado
Historia de Julio
Este directivo mendaviés de 63 años fue trasplantado de hígado el pasado 27 de julio, intervención de la que se ha recuperado satisfactoriamente.
Julio tenía muy claro que el 1 de septiembre volvería a trabajar. Ese era al menos su deseo tan sólo tres semanas después de haberle implantado un nuevo hígado.
Directivo y uno de los socios fundadores del importante grupo bodeguero navarro, constituido por las bodegas “Barón de Ley” y “El Coto”, este mendaviés es todo positivismo, energía y vitalidad a pesar de haber vivido, el pasado 27 de julio una intervención de trasplante hepático.
Ni los cinco meses que pasó en lista de espera para trasplante dejó de acudir a su puesto de trabajo. Así lo atestigua Javier, uno de sus dos hijos, que lo acompaña en una de sus revisiones periódicas a la Clínica.
Él, su hermano Fernando y su madre Gloria, no pasaron el trance con la tranquilidad que aparenta Julio. Ellos sólo tenían ganas “de que pasase todo”. “Es que tener nódulos (tumores) en el hígado no te impide hacer una vida normal”, alega el paciente de 63 años.
Unos nódulos que, en este caso, se habían instalado tan próximos a la vena aorta que la intervención quirúrgica para extirparlos, como en dos ocasiones anteriores, esta vez se hacía imposible. De hecho este fue el motivo por el que los especialistas de la Clínica Universidad de Navarra decidieran incluirlo en la lista de espera para un trasplante hepático urgente.
La causa de su enfermedad, una hepatitis B diagnosticada hace 20 años en la Clínica, cuando en su empresa decidieron hacer un seguro de vida a sus empleados. “Nos hicieron las pruebas médicas pertinentes y, cuando terminaron las mías, me dijeron que no podía suscribir un seguro de vida porque tenía hepatitis B”, recuerda. Ahí comenzó un complejo historial médico que Julio narra con naturalidad.
Con tan solo 43 años y un diagnóstico de hepatitis B que le iba a complicar la vida.
Me diagnosticaron la enfermedad en la Clínica. En su inicio me atendió el Dr. Nicolás García y actualmente el Dr. Ignacio Herrero, para quienes no tengo más que palabras de agradecimiento. De hecho entre nosotros existe una gran amistad. Con ellos empecé los tratamientos para tener controlada la enfermedad. Con el paso del tiempo me iban cambiando los medicamentos según aparecían mejores opciones farmacéuticas.
Aproximadamente hace una década le descubrieron un nódulo maligno en el hígado.
Sí, me intervinieron y me quitaron el nódulo. El cirujano fue el Dr. Rotellar. Todo salió muy bien y seguí con el tratamiento para la hepatitis. Pero a los tres años de esta primera cirugía me detectaron un segundo nódulo y me tuvieron que volver a intervenir. Y, gracias a Dios, todo marchó bien.
Más tarde, tuvo un tercer nódulo.
Así fue. En marzo de este año, cinco años después de la última operación, me detectaron otro nódulo. En este caso estaba pegado a la vena aorta. Dada la imposibilidad de intervenirme por la localización tan delicada del nódulo, estudiaron mi situación y decidieron que lo mejor para mí era un trasplante.
¿Cómo asimiló esta noticia?
Pues aunque era consciente de que tarde o temprano iba a llegar a esta situación, cuando me informaron, inicialmente, me bajó el ánimo. Pero los médicos me animaron muchísimo y de un modo muy especial, así que me animé enseguida porque tengo mucha fe en esta institución.
Casi cinco meses en lista de espera no es mucho, pero hay que pasarlos ¿cómo los vivió?
El nódulo iba creciendo y tuvieron que hacerme dos embolizaciones para sellar la trayectoria del tumor e impedir que siguiera creciendo por la vena aorta. Acudí a una charla sobre trasplantes y empezamos a mirar la posibilidad de un donante de la familia. Pero tengo un tipo sanguíneo bastante minoritario, soy B +.
Así que en mi familia sólo podían donarme una hermana y una sobrina. Una enfermedad de mi hermana hizo que mi sobrina se ofreciese a ser la donante. Y tras numerosos trámites burocráticos y con todas las pruebas superadas ya nos programaron el trasplante para el mes de agosto.
Pero se adelantó la aparición de un órgano de donante cadáver.
El pasado 27 de julio me llamó el Dr. Ignacio Herrero. Era en torno a las 14:30 h. Me dijo que fuera viniendo a la Clínica lo antes posible, ya que había un posible donante. En hora y medIa ya estaba presente en la Clínica.
Desde Mendavia llegó a primera hora de la tarde a la Clínica. Una vez aquí, ¿cómo fueron los momentos previos a la intervención?
Tengo que agradecer a la coordinadora de trasplantes, Montse Llorente, que me acompañó a todos los departamentos por los que debía pasar. A media tarde me llevaron a quirófano y en torno a las 21 h. nos comunicaron que ya había llegado el órgano. Mejor atención no pude tener por parte de todos los profesionales que intervinieron en mi atención. Estoy agradecidísimo a todos.
¿Fue muy dura la operación?
Debió durar unas 5 horas. Terminó hacia las 3 de la madrugada. Luego pasé un día en la UCI y al día siguiente ya fui a planta. Una semana más tarde estaba en mi casa. Un proceso muy rápido, le trasplantan el hígado y una semana más tarde ya de vuelta en su casa.
Una vez allí, ¿cómo transcurre su vida?
Todo fue de maravilla. Ya en casa sigo las recomendaciones de los médicos a rajatabla. Hago todos los días una hora y media de paseo y tomo puntualmente todos los medicamentos que me han prescrito. Tres semanas después del trasplante y hace una vida normal.
Hace unos días estuve con mi familia en Santander, paseando y comiendo por el Sardinero, pero sin saltarme la dieta que tengo que seguir.
¿Cómo se dibuja su horizonte de futuro? Me ha cambiado totalmente la vida.
Estoy vivo y me encuentro fuerte, en buen estado físico. Sólo tengo palabras de agradecimiento para todo el personal de la Clínica, desde los médicos, enfermeras, señoras de limpieza, sanitarios, todo el conjunto de profesionales que me han asistido, me han hecho sentir bien en todo momento.
Y un profundo agradecimiento a los donantes que por supuesto, gracias ellos y a la generosidad de sus familias, muchas personas podemos seguir viviendo y llevar una vida plena.