Infarto de miocardio y valvulopatía aórtica
Historia de Sebatián
Después de sobrevivir a un infarto y tras superar una intervención de la válvula aórtica, Sebastián continúa con su intensa vida profesional.
Dos veces se vio entre la espada y la pared. Dos ocasiones en las que el dictamen médico le dejaba postrado en un sillón, en contra del intenso ritmo profesional al que estaba habituado.
Gracias a una intervención quirúrgica practicada por especialistas de la Clínica Universidad de Navarra, Sebastián M. (Santa Coloma de Gramanet, Barcelona, 1948) ha podido continuar cogiendo una media de cuatro aviones a la semana, tal y como requiere su responsabilidad laboral. Entre tanto, ha sido además capaz de enfrentarse y asumir un nuevo reto laboral como director general de la empresa Cacaolat, propiedad de Nueva Rumasa, grupo empresarial de la familia Ruiz Mateos. Padre de cuatro hijos, después de su amplia experiencia como paciente, Sebastián M. afirma sentirse muy orgulloso “de tener un hermano médico, una hija fisioterapeuta y otra que también estudia Medicina”.
Desde los primeros síntomas de enfermedad cardíaca hasta la fecha, el suyo ha sido un intenso peregrinaje médico.
Tuve los primeros síntomas en el verano de 1996. En aquella ocasión los médicos me diagnosticaron una angina de pecho leve, por la que no necesité ni siquiera ser ingresado.
Sin embargo, usted continuó como si tal cosa con el ritmo de vida que llevaba hasta entonces.
De regreso a Barcelona informé de lo que me había ocurrido a mi hermano, José M., especialista en Anestesia y jefe del servicio de Anestesiología del Hospital de la Cruz Roja de Barcelona, en cuyo servicio de Cardiología me sometieron a un profundo examen médico.
¿Y cuál fue el diagnóstico?
Después de varias pruebas y, especialmente como resultado de una tomografía de perfusión miocárdica, me diagnosticaron un pequeño infarto ínfero-apical. Desde esa fecha, aprovechando mis viajes a Barcelona, acudí a controles médicos de seguimiento cada seis meses.
Este percance ¿le permitió continuar con su elevada actividad profesional?
Después del diagnóstico, me incorporé a mi puesto de trabajo y pude llevar una vida normal, con los medicamentos pertinentes, hasta el año 2002. El 7 de agosto de ese año sufrí un infarto en mi casa de Granada, ciudad en la que he residido hasta el pasado 1 de septiembre.
¿Cuál fue la gravedad de esa nueva crisis cardíaca?
Tuve que ser trasladado en una UVI móvil a un centro médico, donde permanecí ingresado en la UCI durante 8 días. Allí sufrí nuevos episodios de angina de pecho. El diagnóstico durante el ingreso fue de infarto de miocardio que afectaba a la cara anterior y septal del ventrículo izquierdo. Me realizaron un cateterismo donde me advirtieron una enfermedad importante en tres arterias coronarias, sin posibilidades ni de tratamiento quirúrgico, ni de implantación de stent. También me observaron una estenosis (oclusión) de la aorta.
Ante un diagnóstico tan severo ¿qué le aconsejaron?
Fui dado de alta con abundante medicación, pero los médicos me indicaron que posiblemente debería abandonar la actividad laboral y dedicarme a una vida sana y sin esfuerzos.
¿Cómo asumió esa prescripción médica de baja laboral?
Le consulté a mi hermano y tras el consejo de unos amigos de Pamplona, el día 20 de septiembre entraba en consulta de Cardiología de la Clínica Universidad de Navarra para obtener una segunda opinión, sobre todo, del tratamiento que me aconsejaban seguir.
El diagnóstico que le ofrecieron en la Clínica ¿coincidió con lo que le habían aconsejado en Granada?
En la Clínica me atendió la doctora Coma. Me confirmó tanto el diagnóstico como el tratamiento. Pero me aconsejó que, si me encontraba bien y seguía las pautas establecidas por el médico sobre medicación, dieta y ejercicio, no debía abandonar la actividad laboral, sino que, incluso, era conveniente que me incorporase al trabajo.
Así que, siguiendo los consejos de la especialista de la Clínica, volvió a su puesto de trabajo.
Sí, me reincorporé a mi vida laboral pero recomendación de los cardiólogos de Barcelona y de la doctora Coma acudí a un cardiólogo de Granada para que llevara un seguimiento más cercano de mi evolución.
Desde agosto de 2002 hasta ahora ¿cómo ha evolucionado su salud?
Todo transcurrió con cierta normalidad hasta diciembre de 2004. Aquel mes tuve revisión con mi cardiólogo de Granada. Tras el reconocimiento médico me comunicó que la válvula aórtica había llegado a lo que médicamente se denomina indicación quirúrgica. Me explicó que es la situación en la que se hace necesario cambiar la válvula mediante una intervención quirúrgica de cierto riesgo. Además, me indicó que en mi caso, con la enfermedad coronaria que padezco, la operación era inviable debido al alto riesgo que podía suponerme. Como única solución me aconsejó suspender toda actividad y dedicarme a una vida lo más plácida posible. Me aseguró que no le veía otro remedio. También me dijo que si quería obtener una segunda opinión lo hiciera, pero que me lo pensara muy bien antes de entrar en el quirófano y que, desde luego, él no lo haría bajo ningún concepto.
Pero lejos de venirse abajo por el diagnóstico, no dudó en recabar más opiniones médicas.
Después de consultar a mi hermano y de someterme a otras pruebas en Barcelona, decidí acudir de nuevo a la Clínica. En febrero de 2005 fui atendido por el doctor Sáenz de Buruaga, quien me recomendó someterme a una coronariografía. Así lo hice y 24 horas después, el equipo de la Clínica me anunció que mi problema podía tener una solución quirúrgica. La fecha que me dieron para la operación fue el 9 de marzo de 2005. Ese día entré al quirófano. Me operaron los doctores Rábago y Herreros, quienes me sometieron a una intervención de cambio de la válvula aórtica por una prótesis mecánica. Además me realizaron cuatro “by-pass” aortocoronarios.
Desde ese cambio de la válvula aórtica en marzo de 2005, ¿cómo ha transcurrido su vida?
Acudo a las revisiones en la Clínica con la frecuencia que me indica mi actual cardiólogo, el doctor Juan José Gavira, que es quien me controla tras la jubilación del doctor Sáenz de Buruaga. En 2007, después de las pruebas cardiológicas pertinentes, decidí operarme de divertículos en el intestino, un problema que llevaba años arrastrando. Veintiocho días después de la intervención me incorporé a mi actividad laboral con normalidad.
Actualmente ¿cómo se encuentra?
Me encuentro en tan buen estado general que no sólo he continuado con el desarrollo de mi trabajo, sino que el 1 de octubre de 2007 los propietarios del grupo empresarial para el que trabajo (Nueva Rumasa, de la familia Ruiz Mateos) me nombraron director general de la empresa Cacaolat en Barcelona, cargo que ocupo en la actualidad.
La enfermedad cardíaca es una de las más frecuentes en nuestra sociedad, especialmente en varones. ¿Cuál sería su recomendación para aquellos que estén viviendo una dolencia como la suya?
Les diría que nunca desfallezcan, que tengan fe en Dios y una absoluta confianza en la buena medicina. Que sigan las pautas y recomendaciones médicas, sin tomar decisiones por su cuenta. Es importante tener siempre una actitud positiva ante la vida y aceptar la enfermedad como una parte de ella con la que hay que aprender a convivir. Nunca debe tomarse como una desgracia.
¿Un mensaje especial para los enfermos cardíacos?
Deben entender que nuestra enfermedad es como la mar, que hay que tenerle mucho respeto, ser precavido y cumplir las normas, pero nunca tenerle miedo.