La influencia de la familia en nuestras conductas
La familia influye de manera importante en nuestra personalidad, ya que las relaciones entre los miembros determinan valores, afectos, actitudes y modos de ser que se van asimilando desde el nacimiento. Son patrones que influyen en la conducta y que muchas veces se transmiten de una generación a otra.
Tienen una enorme importancia en el desarrollo personal porque cada familia tiene unas peculiaridades propias, unas tradiciones, un modo de relación específico que crea un ambiente familiar determinado.
Por eso en terapia familiar se analizan los patrones y las relaciones familiares de los matrimonios a través de la realización de genogramas.
El genograma es una representación gráfica de la familia que permite conocer a los miembros que la componen, así como las relaciones que se establecen entre ellos. Con el Genograma se obtiene una “fotografía” de la familia nuclear y de las familias de origen de cada uno de los cónyuges y se pueden estudiar los patrones que tienden a repetirse a lo largo de las generaciones.
Veamos por ejemplo el caso de Alicia, que llama pidiendo información y ayuda porque se ha separado, pero quiere recuperar su matrimonio. Comenta que estaba locamente enamorada cuando se casó, pero que su relación ha sido una tortura casi desde el principio. Tiene ahora 30 años y dos hijos de 5 y 3 que viven con ella. Su marido, Pablo, tiene 34 años y ha tenido que salir del domicilio familiar y reside actualmente con sus padres, ya que tiene una orden de alejamiento de su mujer.
¿Cómo es posible que un matrimonio que empezó con una enorme ilusión acabe convirtiéndose en “una pesadilla”? Conocer la historia personal y familiar de Alicia y de Pablo puede facilitar una mejor comprensión de la situación a la que han llegado porque, de alguna forma, sin darse cuenta es posible que estén repitiendo patrones familiares que han vivido en sus familias de origen. Para ello se les realiza un Genograma.
Pablo es el mayor de dos hermanos, trabaja con su padre y su hermano en una empresa familiar y pasa la mayor parte del día trabajando. Tanto su abuelo paterno como su padre son personas duras, autoritarias, dominantes, hombres “hechos a sí mismos”. Nunca se ha atrevido a llevarles la contraria, no discute y evita el conflicto. Esto le crea una enorme tensión en el trabajo porque es su padre quien toma todas las decisiones y él simplemente las secunda. Su madre es una mujer pasiva, dependiente, sumisa, “a la sombra de su marido”, controlada y sin vida propia. Él ha sido testigo de cómo su padre insultaba y despreciaba a su madre.
Alicia, por su parte, ha tenido un padre también dominante y autoritario, alcohólico, que perdía el control con su esposa. Recuerda las situaciones tan dramáticas vividas en su casa siendo ella muy pequeña, cuando su padre aparecía bebido a las tantas de la madrugada. Su madre callaba, huía de las situaciones difíciles, nunca se enfrentaba.
Pablo reconoce que al casarse se volvió muy exigente, ha tenido reacciones desproporcionadas con su mujer ante pequeñas contrariedades, hasta el punto de insultarla o tratarla despectivamente. Alicia reaccionaba callando, quería agradar a su marido, se sentía culpable y hacía todo lo posible por hacer las cosas mejor. No era capaz de enfrentarse y evitaba los conflictos.
Pablo ha descubierto con pavor que está haciendo con su esposa lo mismo que su padre hacía. Comenta que no quiere repetir esta conducta, pero no puede evitarlo y no se ha dado cuenta de lo mal que la estaba tratando hasta que ella ha querido separarse. Ambos, sin ser conscientes, están repitiendo los patrones familiares que han vivido en sus familias de origen. Pablo pierde el control como su padre y Alicia responde evitando los conflictos como su madre.
¿Por qué Pablo insultaba y maltrataba a su mujer cuando ahora muestra una actitud cariñosa hacia ella? ¿Por qué Alicia se dejaba insultar y maltratar por su marido? El enorme autocontrol que Pablo ha tenido sobre sí mismo para no enfrentarse con su padre ha hecho que llegara a casa como una “olla a presión” que explotaba con su esposa ante la mínima desavenencia.
Obviamente esto no justifica su conducta, pero nos permite comprender cómo ha podido llegar a actuar de esta manera. Repite un comportamiento que ha interiorizado desde pequeño. Alicia, por su parte, actúa según lo aprendido de su madre: el deseo de agradar a su marido, el miedo a la reacción negativa que éste pudiera tener le llevan a adoptar una actitud sumisa. La conducta aprendida de su madre.
La actitud de Pablo con Alicia es totalmente intolerable, nunca se debe permitir que un cónyuge recrimine, insulte o tenga faltas de respeto con el otro. Mucho menos se debe admitir cualquier tipo de abuso físico o sexual. Pablo parece fuerte por su actitud dominante y prepotente con su esposa, pero realmente muestra ser una persona débil, con dificultades para afrontar los problemas y enfrentarse con su padre.
En el momento en que Alicia asume una postura activa, decide que no va a tolerar que su marido la maltrate y decide separarse y denunciarlo, él se da cuenta de la gravedad de sus actos. Alicia ha asumido su responsabilidad con fortaleza y madurez, ha sido capaz de cambiar su tendencia a la evitación enfrentándose al problema y buscando una solución.
La realización del Genograma ayudó a Pablo y Alicia a ser conscientes de la influencia que los patrones familiares aprendidos estaban teniendo en el modo de vivir su matrimonio. Este fue el primer paso para ayudarles a cambiar, sobre todo a Pablo, las conductas inadecuadas que ambos estaban asumiendo. La dinámica que habían establecido de dominancia-sumisión no les permitía tener una relación afectiva adecuada, llevándoles a la separación.
Se puede decir que la familia tiene cierta influencia en cada uno de nosotros, porque hay costumbres y comportamientos que tendemos a repetir, es lo que hemos aprendido en nuestras casas. Ahora bien, esto no quiere decir que estemos determinados a actuar como lo han hecho nuestros padres o nuestros abuelos: si así fuera, los hijos que viven en el mismo ambiente familiar reaccionarían repitiendo el mismo patrón.
Sin embargo, en una misma familia los hijos crecen de manera muy distinta, cada uno con su personalidad y sus características peculiares. El ser humano tiene una enorme capacidad de superación y de adaptación, de manera que ante situaciones familiares disfuncionales y complicadas puede sacar lo mejor de sí mismo, desarrollando personalidades fuertes y maduras.
Es decir, a pesar de la incontestable influencia de los patrones familiares, podemos modificar nuestra conducta a través de nuestra decisión libre, cambiando nuestros actos por medio de nuestra voluntad.
Unidad de Diagnóstico y Terapia Familiar. Departamento de Psiquiatría y Psicología Médica. Clínica Universidad de Navarra
Artículo publicado en la revista Hacer Familia. Marzo 2014.