DICCIONARIO MÉDICO

Callosidad

Qué es una callosidad

La callosidad es una forma de hiperqueratosis cutánea localizada que se manifiesta como un engrosamiento difuso de la capa córnea de la piel. Su aparición se produce como una respuesta adaptativa del estrato córneo frente a la presión o fricción repetida y prolongada en zonas específicas del cuerpo. A diferencia de los callos con núcleo central, la callosidad se presenta como una zona de piel más gruesa, amarillenta, dura y mal delimitada, que rara vez provoca dolor en sus fases iniciales.

Este fenómeno dermatológico es frecuente en áreas expuestas a microtraumatismos continuos, como la planta de los pies o las palmas de las manos, y aunque en la mayoría de los casos es benigno, puede convertirse en una lesión dolorosa o incluso ulcerarse en pacientes con patologías subyacentes como la diabetes mellitus o la neuropatía periférica.

Fisiopatología y causas de la callosidad

El proceso de formación de la callosidad comienza con la activación de los queratinocitos en respuesta a una agresión mecánica crónica. Estos aumentan la síntesis de queratina y estimulan la proliferación celular, lo que da lugar a un engrosamiento del estrato córneo. Esta adaptación busca proteger los tejidos más profundos, pero si no se corrige la causa inicial, la hiperqueratosis se perpetúa y puede generar una disfunción cutánea.

Las causas principales de la callosidad incluyen:

  • Uso prolongado de calzado inadecuado, como zapatos estrechos, de tacón alto o sin soporte adecuado.
  • Fricción continua por movimientos repetitivos o exposición a superficies duras.
  • Alteraciones biomecánicas del pie, como pie plano, pie cavo o hallux valgus, que alteran la distribución de la presión plantar.
  • Actividades laborales o deportivas que impliquen uso excesivo de las manos, favoreciendo la aparición de callosidades manos.
  • Edad avanzada, debido a la pérdida de grasa plantar y la menor capacidad de regeneración cutánea.

Localización y presentación clínica

Callosidades en los pies

Las callosidades en los pies son las más frecuentes. Se presentan como áreas de piel engrosada, seca y endurecida, generalmente indolora al inicio pero potencialmente molesta si aumenta su grosor. Pueden afectar tanto al antepié como al retropié, y su aparición suele estar relacionada con el tipo de calzado, la marcha y la anatomía del pie.

Callosidad en planta del pie

La callosidad en planta del pie suele encontrarse en las cabezas metatarsales, el talón y la región del arco externo. Esta localización responde a las zonas de mayor presión durante la fase de apoyo en la marcha. En pacientes con pie diabético, estas lesiones requieren especial atención por su potencial evolutivo hacia ulceraciones.

Callosidades manos

Las callosidades manos son frecuentes en profesionales que utilizan herramientas de forma continua, músicos, deportistas y trabajadores manuales. Se localizan en palmas, falanges distales y zonas de presión sobre instrumentos o materiales abrasivos. Aunque suelen ser asintomáticas, pueden interferir con la sensibilidad táctil y causar molestias si no se tratan adecuadamente.

Diagnóstico clínico

El diagnóstico de la callosidad es clínico y no requiere pruebas complementarias. Se basa en la inspección visual y la palpación de la zona afectada. El dermatólogo o podólogo evaluará el grosor de la lesión, su extensión y las posibles alteraciones estructurales subyacentes.

Es fundamental diferenciar la callosidad de:

  • Verrugas plantares: causadas por el virus del papiloma humano, suelen presentar puntos hemorrágicos y dolor a la compresión lateral.
  • Callos duros (helomas): presentan un núcleo central compacto y suelen ser dolorosos.
  • Queratosis actínicas: lesiones premalignas que requieren biopsia en caso de duda.

Tratamiento de la callosidad

Tratamiento conservador

El abordaje inicial de las callosidades en los pies o manos debe centrarse en la eliminación de la causa mecánica. Para ello se recomienda:

  • Uso de calzado adecuado, con puntera ancha, suela acolchada y materiales transpirables.
  • Aplicación de plantillas ortopédicas personalizadas para redistribuir las cargas plantares.
  • Evitar actividades repetitivas que aumenten la fricción sobre las manos o pies.

Deslaminación o fresado

La eliminación mecánica del exceso de queratina mediante bisturí podológico o fresadora es eficaz para reducir el grosor de la callosidad. Este procedimiento debe ser realizado por personal cualificado para evitar lesiones o infecciones.

Tratamientos tópicos

Los queratolíticos son útiles para reducir el espesor del estrato córneo. Los más utilizados son:

  • Ácido salicílico: al 10-30%, favorece la descamación progresiva.
  • Urea: al 20-40%, hidrata y disuelve la queratina acumulada.
  • Láctico: actúa como exfoliante suave en zonas sensibles.

Otras medidas complementarias

  • Uso de parches de silicona o almohadillas protectoras en zonas de apoyo.
  • Aplicación regular de emolientes con ceramidas, ácido hialurónico o glicerina.
  • Educación del paciente en el cuidado podológico básico.

Complicaciones y prevención

Si no se trata adecuadamente, la callosidad puede convertirse en una puerta de entrada para infecciones, fisuras dolorosas, ulceraciones o incluso abscesos subcutáneos. En pacientes con pie diabético, el control riguroso de estas lesiones es vital para evitar amputaciones.

La prevención pasa por:

  • Elegir calzado ergonómico y adaptado a la morfología del pie.
  • Evitar actividades prolongadas de carga o fricción sin protección.
  • Realizar revisiones periódicas en pacientes de riesgo.
  • Mantener una adecuada hidratación cutánea.

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